Author's Chapter Notes:
Ya toca otro capitulo. Ahora estoy de examenes, pero espero poder actualizar una vez a la semana, al menos hasta llegar al capitulo que estoy escribiendo actualmente. Por cierto que si hay alguna metedura de pata con la descripción de Londres o algo por el estilo, lo siento, intenté investigar un poquito para poder adecuar el fic a la historia, pero solo he estado en Londres una vez asi que....Ah, ahora que me acuerdo, hice un banner para este fic pero soy incapaz de que salga en la pagina, ¿Alguna idea?
Capítulo 10: La boca del infierno


William había sido humillado muchas veces, no era la primera vez que aquellos mezquinos aristócratas leían versos suyos en publico para burlarse de él, ni tampoco era la primera vez que le insultaban o le despreciaban. Pero si era la primera vez que alguartillas, sin poder evitar que las lágrimas de humillación bañaran su rostro, llegó hasta el East End. Aquella era una zona peligrosa y más a esas horas, se paró en medio de la calle y levantó la vista para encontrarse con un desvencijado y pútrido rótulo con el nombre de un pub.

Sus lágrimas se habían agotado hacía rato y desde entonces solo sentía un calor imparable, un sentimiento de ira insólito en él. Entró en la sucia taberna llena de borrachos, con intención de aplacar esa nueva emoción que le asediaba.

William pidió una botella de licor, dejó unas libras sobre la barra y salió a la calle. Al destaparla el fuerte olor a alcohol le hizo apartar el rostro durante un segundo, después elevó la botella para observar el color ámbar casi castaño de aquel whisky barato, dudó un segundo. No estaba acostumbrado a beber, una pequeña copa de jerez de vez en cuando y una copa de borboun cuando salía con Xander, como mucho, pero entonces la voz de Cecily diciéndole que era inferior a ella retumbó en su cabeza y sin pensarlo, llevó la botella a sus labios y la inclinó. El primer torrente de licor que tocó su garganta la quemó sin compasión, pero sin embargo siguió bebiendo el amargo líquido, hasta que su estomago ardió y apartó el recipiente de sus labios. Tambaleándose logró apoyarse en una pared, conteniendo l salía con Xander, como mucho, pero entonces la voz de Cecily diciéndole que era inferior a ella retumbó en su cabeza y sin pensarlo, llevó la botella a sus labios y la inclinó. El primer torrente de licor que tocó su garganta la quemó sin compasión, pero sin embargo siguió bebiendo el amargo líquido, hasta que su estomago ardió y apartó el recipiente de sus labios. Tambaleándose logró apoyarse en una pared, conteniendo la primera arcada que le sobrevino, tomo aire y se repuso, alzando de nuevo la botella para observar cómo su contenido había disminuido hasta casi la mitad. Se separó de la pared y con paso inseguro pero decidido, se encaminó hacia el único lugar donde quería estar ahora mismo, en


Veinte minutos después, había terminado la botella de whisky y observaba con ojos algo vidriosos y la ropa desarreglada, la fachada de estilo neoclásico del edificio que tenia ante él. Desde fuera parecía como cualquier otro de los que había a lo largo de la calle, la mayoría diferentes tipos de clubes privados para hombres, sin embargo en aquel lugar no había biblioteca y nadie leía el periódico comentando con el compañero las ultimas noticias. Aquel era otro tipo de lugar.

William observó la puerta desde la calle, pintada en negro y con una aldaba que simulaba un carnero con grandes cuernos y de cuya boca salían largos colmillos, él ya había estado allí, sabía que había detrás de la puerta, pero para un nuevo visitante, aquel llamador sería una extraña llamada de atención. Con paso lento, subió los pocos escalones que llevaban hasta la puerta y golpeo con la aldaba.

A los pocos minutos la puerta se entreabrió y William pasó al interior. Bizqueó levemente unos segundos para adaptarse a la luz rojiza, tenue y proveniente en su mayor parte de barrocos candelabros ocultos bajo pantallas escarlatas, giró a su alrededor en el extraño recibidor, casi todo estaba igual que la ultima vez que había estado allí, incluso la mujer que le había invitado a entrar. Oculta tras un antifaz negro adornado con perlas, una mujer algo más baja que él y algo más mayor, esperaba su gesto para tomar su abrigo, la desconocida ataviada con un disfraz de cortesana: camisa blanca, con los brazos al aire y las mangas colgando de los antebrazos, por encima de la cual llevaba un ceñido corsé negro, a juego con los calzones de seda también negros hasta la rodilla y una sobrefalda que se abría desde la cintura hacia los lados, se acercó y le quitó el abrigo dejándolo colgado en un armario del recibidor. Después le hizo un gesto y William la siguió por varios pasillos empapelados en color rojo oscuro, finalmente se paró en una puerta negra, con una figura parecida al llamador de la entrada, solo que esta representaba claramente un demonio. La mujer esperó hasta que segundos después él asintió, ella le abrió la puerta y le dejo pasar, cerrando tras él.

El joven sonrió paseando la mirada por la habitación iluminada por algunos candelabros que dejaban ver el color azul marino del papel de la pared, también había estado aquí, cómo olvidarlo. En su 18 cumpleaños Xander y Liam le trajeron hasta aquí, solo querían mirar y la vista era sin duda espectacular. William dio un par de pasos hasta sentarse en una cómoda silla, frente a una pequeña mesa, no muy lejos del escenario. Poco después una mujer que no llevaba mucho más, aparte del corsé, las medias y una diadema de la que salían unos pequeños cuernos, se acercó hasta él, le sonrió y esperó, pidió un whisky y la mujer desapareció, pero a William no le importó mucho, su vista, igual que las de los otros hombres que estaban allí estaba fijada en el escenario. Apenas iluminado con velas negras y rojas, podían verse extraños artilugios, una cruz de madera a tamaño real estaba de pie en la pared del fondo, un cepo de madera con agujeros para las manos y la cabeza, una especie de potro de tortura, al fondo, un artilugio que sin duda le causaría espanto a cualquiera, un sarcófago de hierro vertical de unos dos metros de alto, que respondía al nombre de la Doncella de hierro. La mayoría de todas aquellas cosas eran puramente decoración, pero sin duda conseguían un ambiente aterrador.

La mujer volvió al rato con un vaso bien cargado de un whisky de buena calidad, tras entender que el joven no estaba interesado en ella, desapareció discretamente. Poco después, algunas velas se apagaron, dejando encendidas tan solo las que estaban en el escenario, en el que aparecieron dos mujeres, una de ellas llevaba sujeta a la otra, con las manos atadas a la espalda la empujaba hacia el escenario. William las observó fijamente, eran las mismas que las otras veces que había estado allí, siempre se encargaban de hacer aquel número y aun así siempre era diferente y excitante. La que iba atada llevaba el largo cabello negro suelto, contrastando con el blanco inmaculado de su antiguo vestido de estilo imperio, su rostro asustado y de alguna manera inocente llamaba poderosamente la atención. Su compañera no tenía nada que envidiarla, llevaba un corsé de cuero negro que comprimía sus senos con fuerza, unos pantalones de varón muy cortos del mismo material y color, completaban su atuendo, las medias, unas botas negras de militar, unas muñequeras y el cabello castaño oscuro peinado en una apretada cola de caballo y una fusta en su mano derecha.

La que vestía de negro empujó a la otra contra el potro, pero en lugar de tumbarla en él, la sentó de cara al selecto público, separó sus piernas y ató sus tobillos a las patas que sostenían el artilugio. después dejándola en aquella comprometida situación comenzó a pasearse por el escenario con una sonrisa satisfecha, soltó la fusta reemplazándola por un látigo, con el que parecía disfrutar cada vez que lo sacudía estrellándolo contra el suelo, provocando algunos vítores de los hombres que estaban allí.

Media hora después la mujer del vestido blanco estaba de rodillas con las manos metidas en el cepo y la de negro la azotaba, cuando uno de los hombres que estaban sentados en las mesas, se levantó tratando de cogerle los pies a la que vestía de blanco, la mujer intentó apartar las piernas, pero el hombre aclamado por algunos de sus ebrios compañeros, volvió a intentarlo de nuevo agarrándola por los tobillos. La de negro intentó ayudar a su compañera, viéndose acosada de pronto por dos amigos del primero que la tomaron de las piernas intentado hacerla bajar mientras ella se resistía pegándoles con la fusta en las manos, lo que exaltó un poco más a los borrachos.

La mujer que servía las mesas intentó salir para avisar a alguien pero otro hombre la cogió por detrás tapándole la boca e impidiéndola gritar. William se levantó de la silla, pensando que hacer, puede que el oficio de aquellas mujeres no fuera precisamente honrado, pero obviamente ninguna de ellas estaba consintiendo el trato de aquellos hombres. El joven se acercó al escenario y tocó el brazo del hombre que se debatía agarrando los muslos de la mujer arrodillada.

- Estoy ocupado, amigo – le dijo el hombre volviéndose hacia él
- Eso ya lo veo – contestó William mirando a la asustada chica de ojos grises – pero me parece que la señorita quiere que la sueltes – El hombre le miró furioso y luego soltó una carcajada que fue secundada por sus compañeros.
- Mira, amigo, voy a hacer la vista gorda porque parece que no te hayas dado cuenta de que estás rodeado de furcias – los compañeros volvieron a reírse tras la contestación del hombre – así que ¿porque no nos dejas tranquilos?
- Me temo que no puedo hacer eso – respondió William, su mente estaba lo suficientemente ebria para no pensar en las consecuencias de sus actos, así que acto seguido le metió un derechazo en plena cara.

El hombre se tambaleó soltando a la mujer que intentó apartarse de él buscando las llaves para abrir el cepo y liberarse. El desconocido se llevo la mano a la boca para limpiar la sangre que caía, después enfurecido se lanzó contra William agachando la cabeza como si fuera a embestirle, el joven se apartó justo a tiempo, propinándole un codazo en la espalda que le hizo caer contra una de las sillas, una nueva patada en el estomago le dejó fuera de combate. William se volvió entonces a sus compañeros que le miraban furiosos y se acercaban a él con gestos a amenazadores, sin embargo él sonrió cogió una botella y la estrelló contra una de las mesas, usándola como arma defensiva.

Nunca antes se había metido en una pelea como aquella, por lo que se asombró al comprobar que aquella violencia y descarga de adrenalina le encantaba. Casi con saña la emprendió con todos los que estaban allí, vapuleándoles entre risas satisfechas. Quince minutos después, con unas cuantas heridas de más, los nudillos ensangrentados, en mangas de camisa y despeinado, miraba alrededor para ver los cuerpos de sus contrincantes en el suelo. William levantó la vista al oír la puerta abrirse, al parecer en medio de la pelea una de las chicas había conseguido salir y avisar a alguien. Una mujer rubia vestida de rojo carmesí, entró escoltada por dos hombres bastante corpulentos, dio una mirada a la sala observando el destrozo y los cuerpos de varios hombres en el suelo, pasando por encima de uno de ellos sin inmutarse, levantó la vista dirigiendo una mirada fría a la chica que vestía de negro, que consolaba a otras dos.

- ¿Qué demonios le has hecho a mi club, Faith? – preguntó la que obviamente debía ser la Madame
- No he sido yo ¿vale? – respondió la joven exaltada – han sido esos capullos que están por el suelo – la rubia la miró entrecerrando los ojos y pasando por encima de varios hombres se acercó a ella, pero un hombre aun de pie le impedía el paso, levantó la vista encontrándose a una magullado pero risueño William
- No me digas más ¿tu has empezado la pelea, verdad? – le dijo la mujer con aire acusador, antes de que el joven pudiera responder, la mujer de blanco, aun con cara asustada se acercó al borde del escenario, para mirar a la de rojo.
- No, mamá – dijo ella con aire infantil – el poeta nos ha salvado de los hombres malos – William se giró hacia ella, entrecerrando los ojos al oír como se refería a él, cuando se volvió la mujer de rojo le sonreía traviesa, él alzó una ceja ante el cambio tan radical.
- Vaya, así que tú las has salvado, ¿eh? – le dijo la mujer, él se limitó a encogerse de hombros y la sonrisa de la mujer se ensanchó – entonces, supongo que debo darte las gracias – dijo tendiéndole una mano – soy Darla DeMauvaise – William tomó su mano con la suya, dudando un momento, obviamente aquel era un nombre ‘artístico’, al final se inclinó rozando la mano con sus labios.
- William Hambleton, un placer – contestó mirando con cierta desconfianza como ella le sonreía.
- El placer es mío – respondió Darla después de una leve inclinación – y dado que has defendido a mis chicas, ¿que te parece si te invito a un vaso de la mejor ginebra que hayas probado nunca? – como el joven pareció dudarlo un momento, la mujer tiró de él hacia la puerta – Faith, Dru, ¿por qué no venís con nosotros? – les dijo a las dos chicas volviéndose para mirarlas, ambas asintieron y los cuatro salieron de la estancia.

~*~

(Mañana siguiente, Residencia Hambleton)


Buffy observó el amanecer mientras se ataba los cordones de las botas apresurada, se había dormido, y su madre debía estar esperándola para darle una buena reprimenda. Saliendo de la habitación cerro la puerta y echó a correr por la escaleras de servicio, recogiéndose las faldas hasta la cocina, donde tomó aire y aparentando tranquilidad, abrió la puerta y entró.
Su madre y Liam estaban sentados a la mesa, en silencio y lo único que se oía era el tintinear de de la cucharilla moviéndose en el té de Liam, algo pasaba, eso era obvio, así que acercándose con cuidado se sentó a la mesa y esperó unos segundos, luego se volvió hacia Joyce.

- ¿Qué pasa, madre? – preguntó Buffy mirándola fijamente, Joyce levantó la vista y sonrió levemente.
- Cosas de mayores, cariño, no te preocupes – contestó poniendo una mano sobre la suya y apretándosela ligeramente
- Mamá, no soy una niña, dime que ocurre – se quejó la rubia, oyó a su madre suspirar profundamente
- ¿Recuerdas que William salió anoche a casa de Lord y Lady Ashworth? – preguntó su madre despacio, Buffy asintió nerviosa – pues…es que… aún no ha vuelto
- ¿Cómo…cómo que… no ha vuelto? ¿y donde está? – preguntó Buffy confundida y un poco asustada
- No lo sabemos cariño, eso estábamos pensando, si debemos ir a buscarle – contestó Joyce
- Pues…pues claro que tenemos que salir a buscarle – dijo buffy levantándose nerviosa de la mesa – y si…y ¿si le ha pasado algo?
- Cálmate Buffy, yo saldré a buscarle – dijo Liam poniéndose de pie - vosotras quedaros aquí por si vuelve o si alguien llama al teléfono – las dos mujeres asintieron, el joven les dio un beso en la frente a cada una, cogió su abrigo y salió
- ¿Y que le decimos a milady, madre? – preguntó Buffy volviéndose hacia ella que cogía las tazas y las dejaba en el fregadero
- A Milady ni palabra de esto, Annie – dijo su madre con tono serio – si pregunta por William dile que crees que sigue durmiendo, que anoche llegó muy tarde.
- Pero…
- Nada de peros, jovencita, milady está muy delicada y darle un disgusto no es lo más conveniente en su estado – respondió Joyce severa, Buffy asintió y cogió la bandeja del desayuno para subírselo a la señora.

~*~

(Residencia Hambleton, 3 de la tarde)


Liam abrió la verja y se dirigió a la puerta de servicio, había pasado toda la mañana de un lado para otro buscando a William sin resultado, no lo había encontrado y además no tenía ni la más remota idea de donde podía estar. Le había buscado en el club, en la biblioteca Británica, en algunos pubs y cafés que iban de vez en cuando y nada. Lo único que no había hecho había sido ir a las casas de los amigos de William, aunque ciertamente no es que tuviera muchos con los que se quedaría pasando la noche, Xander, y regresaba esta mañana de un viaje al campo.

Entró en la cocina, topándose enseguida con la mirada ávida de su madre e instantes después con la angustiada de su hermana que bajaba las escaleras corriendo. Liam no fue capaz de decir nada, solo movió la cabeza negativamente, observando como la preocupación creció en las dos féminas, casi tanto como en si mismo - ¿Dónde diablos estás, Will? – se preguntó el joven.

- Me temo que tendremos que decírselo a Milady – susurró Joyce angustiada, levantó la vista para encontrarse con las miradas preocupadas de sus hijos – venid conmigo, yo se lo diré – dijo empezando a subir las escaleras seguida de los dos jóvenes.

Al llegar a los aposentos de Milady Anne, Joyce respiró hondo y después golpeó levemente la puerta, se giró levemente para mirar a sus hijos, intentando hacerse a la idea de cómo se tomaría ella una noticia de ese tipo, cuando la voz de milady resonó al otro lado de la puerta.
Joyce abrió levemente, entró y dejó que los chicos entraran y se quedaran junto a la puerta mientras ella se adentraba hasta quedar frente a la mecedora que Milady ocupaba junto al fuego.

- ¿Sucede alguna cosa? – preguntó la mujer al ver entrar a los tres con aspecto preocupado en su habitación
- Me temo que sí, Milady – respondió Joyce bajando la mirada, se sentía impotente para decirle que William había desaparecido
- Joyce, estas asustándome – dijo la mujer dejando de lado las formalidades mientras se incorporaba en la mecedora.
- William no ha regresado a casa desde anoche – soltó Joyce de sopetón, al ver la cara de la mujer, tuvo la repentina necesidad de explicarse – Ayer salió para la fiesta de los Ashworth y aun no ha regresado. Mandé a Liam a buscarle pero no ha conseguido dar con él

La señora Hambleton bajo la vista hacia sus temblorosa manos, el miedo y el pánico estaban empezando a aparecer, pero debía ser fuerte, si dejaba que el miedo la abrumara y William estaba en algún apuro, solo retrasaría el que le encontraran. Tragando saliva con dificultad, levantó sus ojos azules, brillantes de la emoción para mirar a los tres criados, que eran parte integrante de su familia.

- Liam… ¿hablaste con el hijo de los Grafton? – preguntó Milady, el joven negó con la cabeza
- Anoche estaba fuera de la ciudad, así que no puede estar con él – le explicó Liam
- No. Tienes razón – contestó la duquesa – pero aun así puede…, ve a verle Liam, explícale lo que sucede, tal vez sepa quien estaba invitado anoche a esa fiesta y quizás podamos averiguar algo sobre el paradero de Will.
- Si, señora – contestó el joven dando una cabezada antes de salir corriendo de la habitación.

Apenas unos minutos después Liam salía de la casa y cruzaba la calle corriendo hacia el edificio de enfrente, sin parase a pensar llamó a la puerta principal y segundos después el señor Hewit, el mayordomo, abría la puerta mirándole extrañado.

- ¿Liam? – preguntó el hombre mayor
- Señor Hewit es muy importante – dijo el moreno apoyando una mano en la puerta para recuperar el aliento - tengo que hablar con Grafton hijo – el mayordomo le miró severo pero luego asintió dejándole pasar al hall, donde Liam esperó mientras recuperaba el aliento, minutos más tarde Xander bajaba las escaleras con el mismo aire jovial de siempre.
- ¡Liam! Dime, ¿para que querías verme? – preguntó acercándose a él con una sonrisa
- Es por William – contestó el otro en voz baja, intentando evitar que el oído del mayordomo captara su conversación – ha desaparecido
- ¿Desaparecido? – preguntó Xander con un gesto de extrañeza, cuando el otro asintió. Xander le hizo pasar al estudio, cruzó la estancia, se apoyó contra el escritorio y le hizo una seña para que le explicara que es lo que sucedía. Cuando Liam terminó de hablar, Xander asintió mesandose la barbilla.
- Llamaré al barón Arlington, sé que él iba a esa fiesta, quizás él sepa cuando salió William de allí o a donde fue – explicó Xander mientras daba la vuelta a la mesa, se sentaba en el sillón y cogía el auricular llevándoselo a la oreja y acercaba su boca al aparato, poco después se oyó un clic.
- Hewit, consígame una conferencia con la residencia del barón Arlington – dijo el joven pegando su boca al micrófono, luego volvió a dejar el auricular sobre el aparato. Se levantó dirigiéndose hacia la botella de brandy que había en la mesita, tomando un vaso y la botella - ¿te apetece? – le preguntó a Liam, este dudó un segundo
- Si, por favor – contestó con vehemencia.
Xander sirvió dos copas, le tendió una a Liam y después regresó al escritorio y se sentó. Los dos jóvenes bebían en silencio, cuando el teléfono sonó, Xander tomó el auricular y preguntó.
- Señor Alexander, tengo al barón Arlington al aparato – dijo el mayordomo
- Pásemelo

Liam oía la conversación en su mayoría banal, mientras caminaba de un lado a otro de la habitación, fijándose en la decoración y los libros y bebiendo a pequeños sorbos.

- Estúpido gilipollas – oyó decir a Xander acto seguido a colgar el auricular, Liam se volvió esperando una explicación. – Will, salió antes de la fiesta, volvieron a reírse de sus poemas en público y por lo que me ha contado Arlington, algo debió pasarle con la víbora de Cecily.
- Joder – exclamó Liam con furia, olvidando por completo sus formas, mientras dejaba el vaso sobre la mesita – a estas horas podría estar en un barco al continente
- Espero que no – comentó Xander estrujándose el cerebro para pensar algún lugar en el que pudiera estar su amigo, de pronto se levantó de un salto – Liam, ¿recuerdas ese sitio al que llevamos a Will cuando cumplió los 18? – el joven se giró para mirarle, claro que se acordaba de aquel lugar, era un sitio difícil de olvidar, asintió. – Pues hace un par de meses a Will se le escapó algo, creo que ha vuelto allí alguna que otra vez
- ¿crees que…
- No se me ocurren muchos más sitios – le cortó Xander, Liam volvió a asentir – entonces estamos perdiendo tiempo, vamos – dijo levantándose y acercándose a la puerta seguido del joven más alto.


Media hora después los dos jóvenes descendían de un carruaje frente al edificio con la puerta pintada en negro y el llamador ‘infernal’, subieron las escaleras y se pararon delante de la puerta, indecisos, mirando a ambos lados de la calle. Luego Xander se encogió de hombros y golpeó el llamador de la puerta un par de veces, tras esperar unos minutos y ver que nadie contestaba, el chico volvió a llamar, esta vez un poco más insistente.
Justo antes de que Xander llamara por tercera vez, la rejilla de metal que hacia de mirilla se abrió.

- ¿Qué desean? – preguntó de malos modos una mujer al otro lado de la puerta.
- Verá, estamos buscando a alguien y necesitamos que nos diga si pasó por aquí a anoche – dijo Xander con rapidez
- Lo siento, no puedo ayudarles, la identidad de nuestros clientes es completamente anónima – respondió la mujer empezando a cerrar la mirilla
- ¡Espere! – dijo Liam alzando la voz y metiendo la mano entre la rejilla para que la mujer no pudiera cerrar – su familia está muy preocupada, no sabemos nada de él desde ayer noche. Se llama William, William Hambleton – ambos jóvenes oyeron a la mujer soltar una pequeña exclamación, después cerró la mirilla e instantes después abrió la puerta.

Tras la puerta una mujer rubia, de ojos claros, con el pelo revuelto, ojeras y envuelta en una bata de raso verde, les sonrió de forma extraña.
- ¿William? ¿no? – preguntó sin dejar de sonreír, mientras los dos hombres la miraban aturdidos, Liam consiguió asentir y la mujer les abrió invitándoles a pasar. A continuación les guió por varios pasillos hasta llegar a unas escaleras que subían al segundo piso, que apenas tenia nada que ver con la planta de abajo, esta parecía bastante más normal. Llevándoles por el pasillo se paró delante de una puerta, se volvió hacia ellos con la misma sonrisa sospechosa y luego abrió la puerta. Pasó hasta el fondo donde una enorme cama de madera oscura, con las cortinas de las esquinas echadas excepto una, que estaba anudada a una de las columnas de madera de la cama, dejaba entrever una o dos figuras acostadas, entre las revueltas sabanas.

Sin ninguna clase de pudor, la mujer trepó a la cama y se metió entre las figuras que aun yacían dormidas, zarandeando a una de ellas.

- Spike, despierta. Han venido unos chicos a buscarte – dijo la mujer, provocando que Liam y Xander se miraran entre ellos y luego dieran un paso curioso para asomarse un poco a la cama – Spike…
- mmmmhhh…. - se oyó quejarse a la figura que yacía bocabajo
- Venga despierta – repitió la rubia, y antes de que pudiera darse cuenta un brazo musculoso la rodeo acostándola junto a él
- ¿Aun tienes ganas de más? – preguntó el hombre con voz adormilada. Xander y Liam al escucharle se asomaron un poco más, para ver a William durmiendo desnudo bocabajo, abrazando a la rubia que les había abierto la puerta y acomodado entre dos mujeres morenas que también dormían bocabajo y al parecer desnudas.
- ¡Cielo santo! – exclamó Xander – y nosotros pensando que podía estar llorando por las esquinas.

Al escucharle William levantó la cabeza de un brinco y se dio la vuelta hacia los dos hombres, abriendo los ojos de par en par cuando les reconoció, la rubia sentada de rodillas y con el brazo de William aun rodeándola sonrió.

- ¿Qu…qué hacéis vosotros aquí? – preguntó William nervioso, mirando a sus dos amigos
- ¿Cómo que qué hacemos? – preguntó Liam cruzando los brazos sobre el pecho - ¿Cómo se te ocurre… “desaparecer” y no decir absolutamente nada? ¿Sabes lo preocupadas que están en casa?
- Yo también me preocuparía… - murmuró la rubia pasando los dedos por la espalda de William con una sonrisa lasciva, el joven intentó permanecer serio, pero al final tuvo que bajar la vista para ocultar una sonrisa.
- Bueno…es que veréis… – intentó empezar a explicarse William, cuando otra figura empezó a acariciarle la espalda, Liam y Xander inclinaron la cabeza para ver emerger de detrás de Will, una chica de ojos grises y cabello negro que se abrazó al chico por la espalda y apoyó su cabeza en el hombro
- ¿Quiénes son ellos…Spike? – preguntó la chica en voz baja y temerosa
- No pasa nada, princesa, son unos amigos – le explicó él llevando su mano al brazo pálido que rodeaba su cuello
- Joder con el poeta desdichado – se quejó Liam alzando la voz
- ¿Es que no se puede dormir nunca? – preguntó la tercera mujer revolviéndose en la cama y poniéndose boca arriba mientras se sentaba. Restregándose los ojos se volvió hacia Xander y Liam – ha sido una noche muy movidita ¿sabéis?
- Empiezo a imaginármelo – refunfuñó Liam por lo bajo
- La madre que te parió, Will ¿con las tres? – preguntó Xander alzando la voz, de pronto más aguda de lo normal. El interrogado intentó evitar sonreír sin mucho éxito. - ¿Y se puede saber a que viene eso de Spike? – preguntó Xander de nuevo, las tres mujeres sonrieron de inmediato
- William es un nombre muy suave para sus dotes, amigo – explicó la morena guiñándole un ojo
- Bueno ya basta – intervino Liam – sal de la cama Spi, digo William.



En el carruaje camino de su casa, Liam intentaba adecentar las ropas de William, algo bastante difícil, porque las que no estaban manchadas de sangre, le faltaban botones o estaban desgarradas.

- ¿No tendrías ayer alguna pelea, por casualidad? – preguntó Liam intentado atarle la corbata
- Dios, si Liam. Tenías que haberme visto, les metí una paliza a unos tíos – explicó William exaltado.
- Pufff – se quejó el moreno echándose hacia atrás – cuando lleguemos a casa mejor no digas ni palabra, parece como si te hubieras bebido una destilería entera y hueles a perfume que tiras de espaldas.
- Con aquellas tres…madre mía… - murmuraba Xander por su cuenta, luego se acercó a Will – tío, eres mi héroe
- Sí, tu encima incítale – se quejó Liam
- Joder Liam, ¿pero tú las vistes bien? – preguntó Xander
- Claro que si, pero a ver como le explicamos esto a mi madre y a Milady – contestó Liam recostándose contra el respaldo del carruaje
-Si, la verdad es que no le podemos decir a Milady Hamblenton que su hijo ha pasado la noche en un burdel con tres cortesanas – murmuró Xander pensativo
- Es obvio que no – dijo Liam – Pero ¿Qué les decimos?
- No sé. – respondió Xander encogiéndose de hombros – Déjame pensar a ver si se me ocurre alguna coartada creíble.


Buffy y Milady Anne estaban en la salita, cuando oyeron abrirse la puerta de servicio que daba a la calle, la joven se levantó saltando sobre sus pies y se quedó parada esperando, mientras las dos miraban la puerta de la sala. Ambas oyeron con claridad, los pasos de varias personas subiendo por las escaleras de servicio hasta la segunda planta, extrañada Buffy se volvió hacia Milady que la observaba perspicaz.

- Hmmmff – refunfuñó milady por lo bajo – aquí hay gato encerrado… es indudable que han encontrado a Will, porque si no, no subirían hasta el segundo piso – Buffy asintió lentamente, intentando seguir el hilo de los razonamientos de la otra mujer. – Hay algo que no quieren que tú y yo sepamos.
- Pero… ¿por qué no iban a querer que nos enteráramos de lo que ha pasado? – preguntó la chica confusa
- Obviamente, porque creen que yo estoy muy delicada y tu aun eres muy joven, para que sepamos ciertas cosas – contestó milady apretando la empuñadura de su bastón – Buffy… - dijo de nuevo la mujer con un tono melodioso que llamó la atención de la joven - ¿Cómo andan tus dotes de espía? – preguntó la mujer con una pequeña sonrisa, que en seguida fue respondida con un mohín cómplice de la rubia
- Perfectamente, milady – contestó Buffy imitando un tono solemne
- Bien – respondió la señora sonriendo
- Si me disculpa… - dijo Buffy dirigiéndose a la puerta aun sonriendo.

Buffy se dirigió silenciosamente a la escalera de servicio, cuando sintió los pasos que bajaban se escondió en la bodega, dejando la puerta levemente entreabierta, hasta que vio a su madre su hermano y el señorito Grafton dirigirse a la cocina. Entonces la chica salió de la bodega y se escondió en las escaleras, detrás de la puerta de la cocina, donde podía oír perfectamente la conversación de los tres. Diez minutos después, Xander se disculpó cogiendo su abrigo y Buffy volvió a subir las escaleras y se dirigió a la salita algo consternada por la conversación que acaba de escuchar. Al principio dudó en si decirle la verdad a la señora, pero fue incapaz de mentirla y acabó cantándolo todo.

Que por lo visto, en la fiesta de los Ashworth habían vuelto a reírse de William por sus poesías, que Cecily Ashworth le había rechazado – algo de lo que las dos mujeres se alegraron mucho, aunque por supuesto ninguna lo demostró – que era el motivo por el que Will había abandonado la fiesta…y que Liam y Xander le habían encontrado durmiendo con varias mujeres en un burdel – Buffy se coloreó como la grana cuando le repitió aquella parte a milady, que se limitó a asentir sin decir nada.

Después de unos minutos en los que ambas mujeres permanecieron en silencio, sumidas en sus propios pensamientos, milady le pidió a Buffy que llamara al doctor Giles, Buffy la observó sin entender para que podrían necesitar al señor Giles, pero se limitó a acatar la orden sin decir nada.

~*~

(Dos horas después, Residencia Hambleton)

Buffy sabía que estaba mal escuchar detrás de las puertas, pero la curiosidad le estaba matando, así que con sigilo acercó su oído a la puerta de la salita, donde el doctor Giles y Milady Anne hablaban en la más estricta confidencialidad.

- William tiene algunos cortes y magulladuras, nada grave – oyó decir al señor Giles – según él mismo me ha dicho, se deben a una pelea que tuvo ayer noche.
- ¿Y sobre lo otro? – oyó decir a milady
- No sé si debería hablar de esto con una mujer de su alcurnia, milady
- Señor Giles, soy noble y mujer, pero no soy tonta. He tenido que criar a mi hijo, con la ausencia de mi difunto esposo, desde que Will tenía 12 años. así que, como comprenderá me mantengo muy al tanto de los vicios y peligros que pueden acechar a los jóvenes de su edad – oyó Buffy decir a milady Anne
- Disculpe, por mi atrevimiento, milady. No he debido inmiscuirme. – El señor Giles carraspeó y luego continuó hablando – William está perfectamente en ese aspecto, milady. A pesar de su pequeña indiscreción, es un muchacho inteligente. Parece que no mantiene ni ha mantenido relaciones de riesgo.
- Muchas gracias, doctor Giles – dijo Milady – Ni que decir tiene, que espero la más absoluta discreción en lo referente a esta visita.
- Por supuesto, milady, me ofende al pensar que tal cosa pudiera ocurrir.
- Perdóneme, doctor, pero como usted comprenderá, no es un asunto que desearía que se hiciese público.
- Indudablemente, milady, cuente con mi absoluto y total silencio, en lo que a esta visita se refiere.

Buffy se dio la vuelta y subió las escaleras hasta el descansillo del segundo piso al oír los pasos del doctor acercándose a la puerta. Cuando éste hubo salido, se dio cuenta de que estaba delante de la puerta de la habitación de William. Buffy observó la puerta fijamente con las conversaciones de su madre y los chicos y la de milady y el doctor, resonando en su cabeza, con mano temblorosa y aguantando la respiración abrió la puerta unos centímetros, lo justo para poder observar la figura aristocrática de William durmiendo placenteramente en la cama, una sonrisa espontánea adornó sus labios, mientras contemplaba al joven dormir completamente ajeno a su presencia.


Continuará...





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