Author's Chapter Notes:
Espero que os gustara el capi anterior, la verdad es que en su momento antes de escribirlo estuve leyendo bastante sobre la sociedad victoriana y tal, por lo visto a los "caballeros" de la epoca les gustaba frecuentar prostibulos discretos pero muy lujosos, el resto es cosa de mi imaginacion.
Espero que os guste tambien este capitulo ^_^
Y sobre la conversion William/Spike, estamos en las primeras fases. y de paso os aviso que es un capitulo bastante largo. *wink*
Capitulo 11: Un sobre con sorpresas


- Explícame otra vez porque tienen que venir ellas con nosotros – demandó Liam a Will que caminaba un paso por delante de él
- ¿Por qué no? Tienen buen gusto – contestó William con una sonrisa sardónica, viendo como Drusilla vestida con un traje azul con rayas y Faith con un vestido morado, entraban delante de ellos en la sastrería. Liam refunfuñó por lo bajo, abriéndole la puerta mientras William pasaba al interior. No es que tuviera algo en contra de esas dos mujeres, pero realmente le parecía bastante inapropiado la manía de William de ir con ellas a todas partes, desde hacia algunas semanas.
Entrando en la tienda, dio una cabezada a forma de saludo al sastre que les hacia, tanto a William, como a él, toda su ropa y miró con disgusto palpable, a las dos mujeres que revoloteaban por la estancia viendo y tocando las telas.

~*~


Buffy, Willow y Cordelia salían entre risas de la sombrerería, paradas en mitad de la calle, las tres se quitaban sus respectivos sombreros y se probaban la última adquisición de Cordelia, un sombrero color crema, de estilo francés, con una ancha cinta verde oscura y un pequeño buquet de flores blancas. Tanto Buffy como Willow hubieran deseado un sombrero similar, pero Cordelia era la única que se lo podía permitir. Aunque eso no era cierto del todo, Buffy tenía suficiente dinero ahorrado, para comprarse un sombrero igual o más caro que aquel, pero si lo hubiera hecho, su madre la habría martirizado durante meses.

El primer jueves de cada mes, las tres chicas tenían el día libre, y aquel, lo habían dedicado a comprar bastantes chucherías. Buffy se había comprado un espejo de marco plateado para colgarlo en la pared de su nuevo cuarto, y sus amigas le habían regalado un cuadro que le habían adquirido a un pintor callejero, para animar la decoración de su habitación. Después, las tres habían merendado en un café cerca de Hyde Park y tras adquirir el último capricho de Cordelia, volvían hacia casa.

Las jóvenes se detuvieron en la verja de la residencia de los Hambleton para despedirse, hablaban animadamente hasta que repentinamente Cordelia se quedo callada, algo bastante inusual en ella.
- ¿Cordy, estas bien? – preguntó Buffy posando la mano en su brazo – te has quedado muda de pronto
- Es que… - empezó a decir la aludida ladeando la cabeza – estoy viendo a vuestro nuevo invitado
- ¿Invitado? – preguntó Buffy, a la vez que Willow y ella se daban la vuelta. Traspasando la verja, en el jardín delantero de los Hambleton había un hombre desconocido montando un semental castaño.
- ¿Quién es? – preguntó Willow sin apartar la mirada del desconocido que les daba la espalda.
- No lo sé…. – respondió Buffy, encogiéndose de hombros – pero ese es uno de nuestros caballos.
- Puede que sea algún pariente de la Duquesa – propuso Cordelia, Buffy movió la cabeza negativamente, mientras las tres miraban a través de la verja.
- Milady solo tiene a su hermano mayor y su sobrino que están en Alemania – explicó la rubia
- Entonces acerquémonos – dijo Cordelia resueltamente, abriendo la puerta de la verja con una sonrisa
- ¡Cordy! – gritaron las dos chicas intentando detenerla sin éxito, y entrando pocos segundos después de ella.

Las tres chicas se acercaron lentamente y casi sin hacer ruido, hasta el hombre de negro que montaba a caballo, sin embargo cuando se encontraban a menos de dos metros del desconocido, Cordelia no pudo contenerse y emitió un silbido de aprobación, recibiendo dos automáticos codazos de sus compañeras, que quedaron en un segundo plano, cuando el hombre se giró para mirarlas.

- ¿William? – fue capaz de articular Buffy después de unos segundos observando con la boca abierta al sujeto que estaba frente a ella. Vestido todo de riguroso color negro, exceptuando la camisa blanca y una corbata carmesí, el joven levantó su sombrero para saludar a las chicas, revelando un nuevo matiz, de su renovado aspecto. Su cabello castaño, más corto y peinado hacia atrás con brillantina, a la última moda, apareció bajo el sombrero, mientras las tres chicas intentaban en vano salir de su asombro.
- Madre mía – murmuró Cordelia mitad maullido excitado, mitad exclamación, recibiendo al instante una mirada picara de William. Finalmente la voz de Liam sacó a las tres de su ensimismamiento.
- Hay una carta para ti, Buffy – dijo el moreno, apareciendo por detrás del caballo y acercándose hacia las chicas. Con cierta dificultad, la rubia fue capaz de apartar la mirada de William y girarse hacia su hermano, aunque le llevó un par de segundos averiguar lo que éste había dicho.
-¿Una carta? – preguntó confusa, su hermano asintió levemente
- También había una igual para William – dijo Liam lanzándole un pequeño sobre al joven montado a caballo – y otra para mí, pero aun no la he abierto.

Buffy observó el sobre color sepia, en cuya parte delantera con una impecable caligrafía, venía escrito su nombre completo, “Anne Bridgitte Summers”, la joven frunció el ceño al leerlo, no había mucha gente que supiera de su nombre completo. Confusa, le dio la vuelta al sobre para observar el lacre rojo, en cuyo relieve, se podía apreciar un escudo de armas que no supo identificar. Rasgándolo, abrió el sobre y sacó una breve nota escrita en papel cebolla, con la misma letra que la del sobre.

“Por la presente, me place informarla, que está usted invitada al baile que tengo el gusto de celebrar en mi residencia, el próximo día 20 de Enero, con motivo del primer baile anual de sirvientes y señores. Esperamos pueda confirmarnos su asistencia.

Atentamente, La Duquesa de Kent”


- ¿qu…qu…? – empezó a balbucear Buffy tras leer la breve nota que el sobre contenía.
- ¿Qué pasa? – preguntó Willow tímidamente, al ver a su amiga balbucir sin sentido.
- ¿¡Un baile!? – exclamó Liam, abriendo los ojos desmesuradamente tras leer su correspondiente carta.
- ¿¡Un baile!? – gritó Cordelia arrebatándole la carta a una inmóvil y alucinada Buffy.
- Eso parece – comentó William más calmadamente.
- ¿Y por qué nos han invitado a nosotros? – preguntó Liam molesto.
- Quizás porque es un baile “de sirvientes y señores” ¡so burro! – le gritó Cordelia tras leer la nota y devolvérsela a su amiga – Espera… – dijo cayendo de pronto en algo – entonces puede que también haya una invitación para nosotras – exclamó excitada, girándose violentamente hacia la pelirroja, que no fue capaz de contestar antes de verse arrastrada por una alterada Cordelia, en dirección a la casa de enfrente.

- Me temo que no podemos declinar la invitación – dijo William ante la mirada molesta de Liam, después de que las dos chicas se hubieran marchado.
- ¿Por qué no? – preguntó el moreno - Es una invitación, no un requerimiento para alistarse al ejercito
- Porque, la que lo organiza – dijo William bajando de un salto del caballo, sin dejar de mirar a su amigo, que le escudriñaba con un gesto de desagrado – es la Duquesa de Kent, prima-hermana de su Alteza, la reina Victoria.
- Oh dios mío – murmuró Buffy, haciendo que los dos jóvenes se volvieran para mirar, como en apenas dos segundos, pasaba de un semblante en estado de shock y levemente tembloroso, a tener las mejillas encendidas, los ojos brillantes de emoción y una sonrisa que desbordaba entusiasmo - ¡Oh dios mío! – repitió solo que esta vez casi gritando.
Poco después se echó, riendo, a los brazos de su hermano, que trastabilló hacia atrás a causa del impulso - ¡¡Oh dios mío!! – volvió a gritar abrazándolo con fuerza durante unos segundos, para soltarse instantes después y repetir el mismo gesto de alegría con William. Quién la recibió confuso entre sus brazos, oyendo su calida risa en su oído y sintiendo un grato escalofrío cuando percibió su aliento en el cuello.
Buffy no fue consciente de lo que su explosión de alegría le había hecho hacer, hasta que notó, delicada, pero firmemente los brazos de William en torno a su cintura. Invadida por una repentina vergüenza, Buffy se apartó bruscamente y enrojeciendo de golpe, corrió hacia dentro de la casa agitando la invitación en su mano, buscando a Milady y su madre.



(Una semana más tarde, Residencia Hambleton)

Buffy estaba ocupada terminando de bordar unas servilletas para el conjunto del té, mientras hacia compañía a Milady Hambleton, quién se encontraba cómodamente reclinada en una mecedora junto a la chimenea. La mujer más mayor observaba con calma la habilidad de la joven para bordar.
Para Anne Hambleton, que había estado junto a Joyce durante su nacimiento y que había visto a la joven dar sus primeros pasos y decir su primera palabra, aquella chiquilla alegre y jovial era como la hija que nunca pudo concebir y la quería como tal, su relación con ella aunque la mayoría de las veces dentro de lo formal, era casi más cercana que la de la chica con su propia madre.
El baile que su amiga, la duquesa de Kent, daba dentro de 2 semanas era el primer gran acontecimiento al que Annie iría. Aunque tenía la edad apropiada para haber sido presentada en sociedad, al no ser descendiente de de un linaje aristocrático, la joven nunca había asistido a un evento como aquel y su emoción se expandía por cada pequeño rincón de aquella enorme casa, llenándolo todo de una felicidad palpable. Milady sonrió observando el rostro delicado de Buffy, mientras ella ajena a los pensamientos de la mujer adulta seguía cosiendo, su chiquilla sería la más bella de aquella fiesta, pensó Milady con una sonrisa traviesa.

- Annie… - dijo Milady haciendo que Buffy levantara la vista hacia ella
- ¿Si, señora? – preguntó ella con una leve sonrisa
- Dime, ¿has pensado ya que llevarás al baile de Milady Brunner? – preguntó la mujer con aire ignorante
- Pues… - empezó a decir Buffy repentinamente incomoda, moviéndose en su asiento y soltando su costura – aún no he encontrado ninguna tela que me guste, milady
- Creía que tu y las chicas fuisteis ayer tarde a buscar telas para los vestidos – comentó Milady
- Si, así fue – respondió la chica – Cordelia, la primera doncella de los Grafton – aclaró Buffy mientras milady asentía interesada – encargó su vestido a una modista, dice que para una vez que va a ir a un acontecimiento tan importante, no piensa hacerlo con un vestido que haya hecho ella misma – contó la chica con una sonrisa - ¡oh! ¿Y a qué no se imagina qué? Willow quería comprar una tela de raso rosa
- Pero Willow es pelirroja ¿no? – preguntó Milady, Buffy asintió enérgicamente – No la dejarías comprarla ¿cierto?
- ¡Oh! Por supuesto que no, Cordelia le dio toda una lección de colores y al final la convenció para comprar una preciosa tela de raso y tul amarillo con florecillas blancas estampadas – explicó la chica – El vestido de Cordy será azul celeste con toques de terciopelo en gris marengo y Amy, la pinche de los Grafton, irá de verde oscuro
- ¿Y tú? – volvió a preguntar Milady Hambleton
- ¿Yo? – preguntó Buffy nerviosa – es que…es que…bueno, mi…mi madre – de pronto la mujer más mayor estalló en una carcajada divertida que sobresaltó a la chica
- Lo siento – dijo Milady Anne pasados unos segundos, mientras intentaba calmar su risa – Tu madre ya me ha dicho que ha discutido contigo porque quieres hacerte un vestido rojo – de pronto Buffy se sonrojó furiosamente, bajando la cabeza mientras la mujer intentaba calmar su explosión de jubilo – Lo que no me ha dicho es… porque ese empeño tuyo en vestir con un color tan atrevido para una jovencita soltera – dijo la mujer escudriñándola con la mirada
- Bueno…yo…es que, el rojo es el color que mejor me sienta, Milady – respondió Buffy con evidente nerviosismo.
- Annie, querida – contestó Milady incorporándose en la mecedora – con lo joven y bella que eres, cualquier color te sentaría bien.
- mmmh…yo – empezó a decir Buffy bajando la cabeza sonrojada ante el cumplido – es que las demás ya han elegido algún color y…
- Podías ir de blanco por ejemplo – explicó milady, Buffy torció un poco el gesto
- Si, pero… no quisiera parecer una debutante o algo así, yendo de blanco.
- Entonces… ¿insistes en el rojo? – preguntó la mujer más mayor, la joven asintió – bueno… déjame a mi, yo encontraré la forma de convencer a tu madre ¿te parece? – Buffy se levantó de un salto, emocionada, había muchos motivos por los que estaba empeñada en vestir de rojo en aquel baile, y aunque el hecho de que ese color le sentará bien, era uno de ellos, desde luego, no era, ni mucho menos, el principal.
- ¿De verdad? – preguntó con los ojos brillantes, la duquesa se limitó a asentir con una sonrisa – Oh gracias, Milady, muchas gracias
- En lugar de darme las gracias…. – dijo la mujer pensativa - ¿Qué tal si abres nuestro viejo piano y me tocas algo? Hace mucho que no tocas
- Si eso es lo que quiere, milady – dijo Buffy, la mujer asintió, la chica se acercó a ella y la ayudo a ponerse en pie y bajar a uno de los salones de la casa, donde un precioso piano de cola presidía la estancia.

Buffy se acercó al instrumento acariciando su superficie de forma casi reverencial, después de haber dejado a Milady cómodamente sentada en un diván. La duquesa tenía razón, hacia mucho que Buffy no tocaba el piano, siempre le había gustado mucho ese piano, pensó mientras sacaba algunas de sus viejas partituras y se sentaba en la banqueta, tras haberse quitado la cofia y el delantal. La joven recordaba las clases de música con verdadero cariño, la primera canción que aprendió, se la enseñó Milady Anne cuando ella sólo tenía cinco años. Y aunque para una criada era algo completamente innecesario, tanto la duquesa como su difunto esposo, se empeñaron en que Buffy tomará lecciones de piano, tras descubrir que la pequeña tenía un talento natural para la música y el canto.
Abriendo su carpeta de partituras sobre el piano, Buffy oyó a su espalda la voz de Milady.

- Annie, querida, ¿recuerdas aquella canción que aprendimos a tocar juntas? – preguntó la mujer recibiendo una cabezada de la joven
- ¿Quiere que la toque, milady? – preguntó Buffy
- Si no te importa

Buffy buscó la partitura en su cuaderno y luego abrió el teclado del piano, mirándolo durantes unos segundos antes de posar sus dedos sobre las teclas, comenzando a entonar la melodía de “Para Elisa”
Mientras tanto, la duquesa observaba con delicia a la joven acariciar y pulsar con delicadeza las teclas del piano, que su madre le había regalado cuando se casó. Milady oyó la puerta delantera abrirse, pero no apartó su atención, ni su oído, de la joven que tocaba sin mirar la partitura y con los ojos entrecerrados, como quien recuerda una canción de la infancia.

William regresaba del club y abrió la puerta delantera sin llamar, Liam estaba guardando los caballos y no quería molestar a Buffy o a la Señora Summers solo porque le abrieran la puerta. Apenas había dado unos pasos en el recibidor, cuando oyó a lo lejos las notas de un piano, el joven frunció el ceño contrariado. Aunque a su madre le encantaba tocar el piano, hacia mucho tiempo que su enfermedad se lo impedía. Él, a instancias de su madre, había recibido clases de piano, canto y solfeo, aunque ningún hombre de su alcurnia solía hacerlo, recordaba William mientras se acercaba al salón de donde procedía la música y donde, por otro lado, estaba el piano de su madre.

Al llegar, la escena que pudo observar desde la puerta, le golpeó con calidez, su madre a la derecha de la sala estaba reclinada sobre el diván de terciopelo verde oscuro, su cara reflejaba la felicidad que le producía volver escuchar música y tan bien ejecutada, aunque la pieza fuera sencilla. Sin embargo la imagen que le traspasó, fue la que se desarrollaba en el centro de la habitación.
Buffy sentada frente al gran piano negro, vestida con su uniforme azul, tocaba de forma melodiosa, con los ojos entrecerrados y sus manos deslizándose por el teclado como si las teclas fueran algo frágil y extremadamente delicado. La luz de media tarde se colaba a través del ventanal que daba al jardín trasero, para dar de lleno en la menuda figura de la joven, resaltando su piel blanca y sus cabellos dorados. William contuvo el aliento ante la visión, mientras Buffy completamente ajena a su presencia, terminaba con la corta pieza de Beethoven.

Los leves aplausos de Milady Anne sacaron a los dos jóvenes de sus respectivos éxtasis, devolviéndoles al mundo real.

- Precioso, Annie – dijo la duquesa sonriendo – para hacer tanto tiempo que no practicas, lo has hecho impecablemente, ¿no crees, Will? – preguntó volviéndose hacia su hijo que aun continuaba en la puerta. La mirada de Buffy se desvió hacia él durante unos segundos, luego nerviosa, la apartó.
- Si… - empezó a decir William, saliendo de su letargo y acercándose a su madre – una ejecución formidable – dijo dedicándole a Buffy una sonrisa sincera y alegre que hacia semanas que nadie veía. La destinataria se perdió en la sonrisa y en la profundidad de los ojos cobalto que la observaban, de tal forma que no se dio cuenta de que la duquesa volvía a hablar, hasta pasados unos segundos.
- ….tocar juntos una pieza – oyó decir a la mujer, Buffy se volvió hacia ella confusa – porque no tocáis algo alegre para mi ¿eh? – dijo de nuevo la mujer dándole un apretón a su hijo – los dos juntos ¿os importa? – ambos jóvenes se miraban de pronto incómodos y avergonzados como si fuera la primera vez que se vieran, hasta que William se apresuró a confirmar la petición de su madre.
Luego a cámara lenta o al menos ante los ojos de Buffy, William se acercó hacia ella, posó la mano en el piano mientras la miraba durante un segundo, la joven estuvo tentada de cerrar los ojos para disfrutar mejor del aroma masculino, que el joven que estaba frente a ella emanaba. Pero en lugar de eso elevó sus ojos verdes hasta los de él, para sumergirse en ellos, después, él pasó tras ella, rozándola suavemente, e impregnándola con el aroma que ella sabía que era solamente de él. Sentados juntos en la pequeña banqueta del piano, Buffy con evidente nerviosismo, abrió su cuaderno de partituras y extrajo el allegro de la Sonata para piano N. 16 de Mozart. En silencioso y mutuo acuerdo ambos jóvenes se dividieron el teclado, para tocar conjuntamente la vertiginosa melodía.

Con una coordinación y conexión que para cualquiera hubiera llevado meses de ensayo, Buffy y William tocaron juntos la conocida melodía, mientras Milady los observaba con una sonrisa emocionada, que afortunadamente, ninguno de ellos podía ver.




(Dos días después)

Milady Hambleton había estado dando vueltas al pequeño capricho de Buffy de ir al baile de la duquesa de Kent vestida de rojo, tenía una pequeña idea de cual era el verdadero motivo de la chica por llevar ese color en particular, posiblemente estuviera relacionado con que ese mismo color era el favorito de su hijo, y decidió que al fin y al cabo podía concederle ese pequeño antojo a la joven. Por ello había hecho a Liam subir al desván y bajarle un baúl con algunos de sus viejos vestidos. En ese mismo momento, un vestido de seda y terciopelo carmesí, con adornos bordados en blanco, estaba puesto sobre su maniquí. Si cambiaban las mangas de tres cuartos por unas cortas de farol, como las que se llevaban ahora y adaptaban la caída de la falda a la moda actual, Buffy estaría deslumbrante en ese vestido. Convencida de ello, Milady se acercó a su escritorio y levantó el auricular del teléfono.

- Joyce, comunícame con Harmony, la modista.

~*~

- ¿Para que ha venido, Harmony? – pregunto Buffy a su madre, mientras limpiaba la cubertería de plata
- No lo sé – respondió su madre limpiándose las manos en el delantal y acercándose para sentarse a junto al fuego a remendar el uniforme de “gala” de su hija – Milady me llamó hace un rato para que la llamara por telefo- el sonido del timbre de la salita de las habitaciones de milady sonó interrumpiendo a Joyce.
- Voy yo - dijo Buffy levantándose, dejó los cubiertos sobre la mesa y salió de la cocina por la escalera de servicio, segundos después llamaba a la puerta de la salita de arriba

- Adelante – oyó Buffy desde dentro, abrió la puerta, entró cerrándola de nuevo y entró hasta el centro de la habitación.
- ¿Llamaba, milady? – preguntó inclinándose levemente
- Si, ven aquí, Annie – le respondió la mujer sentada tomando el té junto al ventanal – Harmony te va a tomar las medidas para un nuevo uniforme – Buffy asintió y se acercó hasta la modista que en seguida empezó a desenrollar su cinta métrica.

- Tienes una figura bonita – dijo Harmony mientras le media la cintura – aunque quizás demasiado bajita ¿no? – Buffy le sonrió con una especie de mueca, recordando de pronto porque le caía tan mal esa chica
- Deberías rizarte un poco el pelo – dijo minutos después, escrutándola y midiendo la longitud de su brazo – ese moño tan liso y apretado que llevas no te favorece nada
- Lo tendré en cuenta – refunfuñó Buffy
- ¿Ha terminado ya, señorita Kendall? – intervino Milady Hambleton, la joven asintió apuntando las ultimas medidas – bien Annie, puedes irte – la aludida hizo una pequeña inclinación y salió de la habitación, milady se volvió entonces hacia la modista, tampoco a ella le gustaba mucho esa chica, pero no podía negar que era muy buena en su trabajo. – Entonces, ¿podrá hacer lo que hablamos?
- Si – contestó Harmony cabeceando – modificaré la caída de la falda y las mangas…aunque, verá duquesa, creo que en lugar de las mangas de farol, a ella le sentarían mejor unas mangas cortas divididas
- Bien, haga lo que crea necesario, señorita Kendall – dijo milady asintiendo – necesito el vestido antes del día 20
- No será problema – dijo Harmony guardando el elaborado vestido en una caja, para poder llevárselo – necesitará unos zapatos adecuados…
- Si, por supuesto, consiga unos – dijo milady, Harmony cabeceó y salió de la habitación, provocando un suspiro de alivio de la mujer más mayor, en cuanto cerró la puerta.



(Una semana y media más tarde, residencia Hambleton)


Buffy estaba cosiendo en la cocina a la luz del fuego de la chimenea, suspiró un segundo alzando con sus manos la tela que cosía, era el vestido que llevaría pasado mañana al baile de la duquesa de Kent. Al final había decidido modificar uno de sus vestidos de verano, uno de gasa azul cielo que le gustaba mucho y se la había quedado pequeño.
Le gustaba ese vestido, pensó mirándolo fijamente, entonces porqué estaba suspirando con pesadez como si acabaran de darle una horrible noticia. Era una tontería, ella lo sabía, estar triste por el color de un vestido, pero no podía evitarlo. En cuanto cerraba los ojos, se veía a si misma entrando en un gran salón, engalanada con un exquisito vestido carmesí y todas las miradas se volvían hacia ella, en especial una, una azul como el mar que podía brillar y derretir los polos si era necesario.
Buffy salió de su ensoñación al oír la campanilla, miro el panel y se extrañó al ver que era la de la salita. Su madre, Milady Anne y Harmony estaban allí. La rubia resopló mientras se ponía en pie dejando su costura sobre la mesa y comenzaba a subir las escaleras con paso cansado, cruzó el pasillo y parándose delante de la puerta, la golpeó suavemente con los nudillos. Entró con la cabeza inclinada tras oír la voz que la invitaba a pasar. Cuando levantó la cabeza, descubrió a su madre y a milady de pie en medio de la habitación, Buffy frunció el ceño confusa, pero antes de que pudiera decir nada, su madre se acercó a ella y la tomó de la mano.

- Queremos enseñarte algo – dijo milady con un sonrisa sospechosa, mientras su madre le guiaba hasta ella.

Buffy avanzó hasta la mitad de la habitación y entonces milady se apartó revelando, lo que la chica pensó que era un espejismo, miró a su madre y a la duquesa que sonreían satisfechas, después volvió la vista hacia lo que estaba en mitad de la sala.

En un maniquí de los que milady tenía para que le confeccionaran sus vestidos, se encontraba un vestido aun más increíble, que con el que ella tanto había soñado. Buffy se dedicó durante unos minutos a observar el vestido de baile de seda encarnada, que tenía en frente. El corpiño era entallado, con un escote en forma de uve que hacia que la tela se cruzara entre los pechos, las pequeñas mangas estaban divididas en dos bollos y acababan en un pequeño encaje blanco, una tela de color marfileña con pequeñas flores bordadas envolvía la cintura haciendo un gran lazo en la parte de atrás. La falda tenía dos capas, la interior era de terciopelo blanco, perfecta para el invierno y acabada en un delicado encaje del mismo color, solo se veía en los laterales, por donde la capa superior de seda roja se recogía levemente en suaves pliegues.

Indecisa Buffy se atrevió a acercarse y rozar con los dedos la seda roja, como para cerciorarse de que realmente estaba allí.
- Esperamos que deslumbres a la duquesa de Kent – dijo milady a su espalda, Buffy se volvió sorprendida, aunque había observado el vestido con embelesamiento no podía creer que en realidad fuera para ella
- Pe..pe..pero… - balbuceó Buffy
- Aunque me sigue pareciendo excesivamente atrevido para ti – dijo la señora Summers interrumpiendo el tartamudeo de su hija – tienes mi permiso para llevarlo.
- ¡Pero no puedo aceptarlo! – dijo Buffy alzando la voz sin darse cuenta
- Por supuesto que puedes, además ni tu madre ni yo cabemos en ese vestido, así que tendrás que usarlo tú – dijo milady con una sonrisa pícara
- ¿En serio? – preguntó la joven aun sin poder creérselo
- Por supuesto, querida, es tuyo – contestó milady y acto seguido un huracán de 16 años se abrazaba contra ella y Joyce, entre gritos de alegría, que hicieron reír a las dos mujeres adultas como hacia mucho tiempo que no hacían.


~*~


(Dos noches después, Baile de la duquesa de Kent)

William estaba de pie en un rincón de la enorme sala de baile, un camarero acababa de ofrecerle un copa de champán y la bebía a sorbos mientras se dedicaba a observar a la gente que ya había llegado. Un grupo nutrido de bailarines atestaban la pista con uno de aquellos bailes en grupo, en donde normalmente había una fila o como en este caso, un corro de hombres y otro de mujeres.

Los bailes, las cenas y la mayoría de este tipo de acontecimientos no le gustaban en absoluto, normalmente era demasiado tímido para entablar amistad con desconocidos y bailar no le hacia especialmente feliz, además recordaba con bastante irritación su ultima fiesta, la voz de Cecily resonando en su cabeza, casi hacia que la espumosa bebida se le agriara en la boca. Desviando la mirada se encontró con Liam apoyado en la pared, no muy lejos de él, que observaba con palpable desagrado todo el lugar, por sus rostros, ambos parecían dos enterradores mal ubicados.

Volviendo la vista hacía la pista de baile se encontró con un hombre castaño que se acercaba a ellos, su cara le resultaba familiar, hasta que recordó que Liam se lo había presentado hacia unos meses en la misa en recuerdo de sus padres, era el mayordomo de los Worcester, pero no era capaz de recordar su nombre. Por suerte, el hombre empezó a hablar primero con Liam, de modo que Will fue capaz de enterarse de su nombre – Wesley – antes de que se dirigiera a él.

Habían pasado solo unos minutos cuando vio entrar a Xander acompañado de Oz, aunque los trajes de gala de los hombres no se diferenciaban mucho, vestidos completamente de negro excepto la camisa el chaleco y la pajarita o corbata blancas, había algunas pequeñas diferencias que los distinguían, aunque solo un ojo bien entrenado sería capaz de verlo.

- ¿Y las chicas? – preguntó Liam extrañado, cuando vio acercarse a Xander y el pelirrojo
- Aun estaban terminando de arreglarse cuando salimos – explicó Xander – Andrew y Warren las traerán más tarde
- ¿Andrew y Warren? – dijo Liam con un gesto desconfiado, Xander asintió levemente – sabes que no soporto a ese tío
- ¿A Andrew? – preguntó Oz confuso
- No, joder, a Warren – replicó Liam
- Ya, peaches, a nadie le cae bien ese tío – dijo William dándole un pequeño codazo
- Salvo a mi padre – añadió Xander
- Eso es porque tu padre está tan chiflado como él – dijo William provocando una sonrisa, que los demás intentaron esconder sin mucho éxito. Debido a su posición, aunque todos pensaran igual, tan solo él estaba en situación de decir algo como aquello, por fortuna Xander se limitó a hacer una mueca aceptando la broma.
- Igualmente – dijo Liam retomando la conversación inicial – no me hace ninguna gracia dejar a mi hermana y las chicas con ese…tío
- Tranquilo, Andrew también está con ellas – explicó Xander
- Si tenemos que fiarnos de él… - comentó Will rodando los ojos
- Mi hermana tiene más fuerza y más agallas que Andrew – dijo Liam
- No es por nada, - replicó Xander con una sonrisa divertida – pero tu hermana, cuando se pone tiene más fuerza y más agallas que todos nosotros juntos – dijo provocando una instantánea carcajada en los presentes.
- Oye, a todo esto – dijo Wesley un par de minutos después de que las risas se calmaran – ese que viene por ahí ¿no es Warren? – Al instante todos se volvieron para ver que, efectivamente, Warren, acompañado de Amy, se acercaban a ellos, pero ni rastro de Andrew y las chicas.
- Bueno, al menos ya no vienen con Warren – dijo Oz, antes de que el aludido estuviera demasiado cerca para poder oírle, provocando de nuevo algunas sonrisas.

~*~

- ¡¡Auu!! Cielos Cordelia, pensé que no podía haber nadie peor que mi madre poniendo corsés – exclamó Buffy agarrándose a la cama
- Eres una quejita – contestó Cordy tirando de nuevo de las cuerdas con fuerza – para presumir hay que sufrir ¿sabes?

Cordelia y Willow se habían vestido en su casa y después habían ido a recoger a Buffy, dejando a Andrew en la salita, junto con la señora Summers y Milady Hambleton, y habían subido al cuarto de la chica para encontrarla aun en ropa interior.

- Bueno esto ya está – dijo Cordelia anudando el corsé
- No se si podré respirar – contestó la rubia con una voz extraña
- Podrías hacerlo si te hubieras vestido antes de que viniéramos a por ti – respondió la morena y antes de que Buffy pudiera contestar, Willow le había pasado a Cordelia las enaguas de muselina, que milady le había prestado a Buffy para ponerse junto con el vestido. Minutos después Buffy estaba completamente vestida y sentada frente a su tocador, mientras Cordelia, junto con la ayuda de Willow, le peinaba el cabello en un moño bajo lateral, adornando el peinado con un pequeño lazo de terciopelo rojo. Por ultimo todas se pusieron los largos guantes blancos de noche y cogieron sus abanicos antes de bajar por las escaleras hasta la planta baja.
En la salita esperaban Andrew, la señora Summers y Milady Hambleton, quienes aun tenían un último regalo para Buffy.

- Espero que aun se siga usando – dijo Milady entregándole a Buffy una pequeña cajita, al abrirla Buffy vio un pequeño librito, casi como una agenda – es un carné de baile, querida – explicó Milady adelantándose – más te vale que este lleno de nombres cuando vuelvas – dijo con una sonrisa, Buffy asintió colgándolo de la cinturilla de su vestido.
- Buffy, estás preciosa, hija – dijo su madre acercándose a la chica y dándola un abrazo – vosotras también – dijo volviéndose hacia Cordelia y Willow que sonrieron – cariño, hay algo que me gustaría que llevaras – dijo Joyce sacando algo de su bolsillo, abriendo la mano, Buffy fue capaz de observar un precioso camafeo montado sobre un fino borde de oro, de color rojo oscuro, en cuyo relieve blanco se podían ver dos ángeles volando entre las nueves – quiero que lo lleves – dijo Joyce sujetando el camafeo en la tela del escote de su hija – era de mi abuela, así que cuídalo bien - explicó mientras parpadeaba con fuerza
- Mamá – dijo Buffy con voz jovial – solo vamos a un baile, no a explorar África
- Lo sé, hija, lo sé – respondió Joyce eliminando las incipientes lagrimas de sus ojos – venga iros ya
- Señoritas… - dijo Andrew ofreciendo sus brazos y viéndose agarrado de repente por las tres – creo que haré una entrada triunfal – dijo provocando las risas de todas mientras salían por la puerta principal y subían al carruaje.



continuará





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