Author's Chapter Notes:
Hola!!

¿Qué tal? Traigo otro larguiiisimo capitulo de este fic ;)

La verdad es que el capitulo anterior es dificil de superar, pero espero que este tambien os guste, aunque había algunas partes que no me acabaron de convencer por completo y que estuve tentada de borrar varias veces porque me parecia que me iba mucho por las ramas, al final no lo toque, asi que a ver que os parece a vosotras.

El titulo del capitulo lo tome prestado de la preciosa canción de la francesa Edith Piaf, que creo que va bastante con el capitulo. En fin, ya os adelanto mucho flufy por parte de los dos rubios durante este capitulo.
Capítulo 13: La Vie en Rose

(A la mañana siguiente)

Buffy se esforzaba en hacer sus tareas concienzudamente, intentando así no pensar en lo que había pasado la noche anterior en el baile. Y lo intentaba con gran ahínco, frotando con fuerza los enlucidos de bronce de la chimenea de las dependencias de la señora. Antes de eso, Buffy había despertado a Milady, la había ayudado a vestirse, peinado su cabello y traído el desayuno.

Ahora ella desayunaba tranquilamente mientras observaba a la joven rubia con ojos curiosos. Extrañamente en ella, Buffy no había dicho casi nada en toda la mañana, salvo algunos monosílabos, cuando normalmente no podía parar de hablar mientras hacia sus tareas. Hoy en cambio, limpiaba el enrejado de la chimenea como si le fuera la vida en ello. Milady llevó un pequeño bocado de los huevos revueltos a su boca. ¿Por qué hoy no hablaba la chica, si ayer, fue a su primer baile? – su primer baile – claro, era eso, ¿cómo no lo había pensado? Algo tuvo que pasar anoche en aquel baile. La Duquesa se limpió los labios con elegancia y dirigió su mirada de nuevo hacia Buffy, quien se había levantado y estaba comenzando a hacer la cama.

- Annie – dijo la mujer girándose un poco en su silla para mirarla.
- ¿mmmhh? – preguntó Buffy distraída mientras estiraba las sabanas de la cama de la señora.
- No me has dicho como lo pasaste en el baile – preguntó Milady con un tono ingenuo, sin quitar ojo a la joven. Bajo su atenta observación Buffy se tensó visiblemente, deteniendo su labor durante un instante, para luego continuar apresurada.
- Bien, de…de hecho muy bien, fue muy divertido – dijo la rubia acelerada y sin mirarla, lo que confirmó las sospechas de la mujer.
- ¿Si? – preguntó Milady inocentemente, pero sonriendo con disimulo, aprovechando que Buffy no la miraba.
- Si, si – contestó Buffy tirando de la colcha con fuerza, y hablando excesivamente rápido – y conocí a mucha gente, l-la, archiduquesa alemana, por ejemplo… y-y a la hija de Milady Kent – continuó moviendo al cabeza y las manos inquieta.

Milady Hambleton mantuvo su mirada en la chica mientras bebía su té a pequeños sorbos. Cuanto más hablaba Buffy más segura estaba ella de que algo había pasado, sólo que no lograba saber el qué. La joven parecía haber cogido carrerilla y mientras hablaba, se movía de un lado a otro sin dejar de trabajar a toda prisa. La señora no podía evitar sonreír y estaba apunto de echarse a reír, cuando un ligero golpe sonó en la puerta, que en seguida se abrió y Will se asomó.

- Madre, ¿Has visto a Bu– William se quedó callado en aquel instante al divisar a Buffy al fondo de la estancia, quien también se había quedado mirándole, tornándose de repente bastante pálida. Mientras tanto, su madre le miraba enarcando las cejas esperando a que terminara la frase – Has vis… has vis…– balbucía William intentando pensar en algo con rapidez, pero los nervios se lo dificultaban en gran medida - ¿Has visto la…la…la vajilla? – soltó de pronto siendo lo primero que se le había ocurrido que empezara con la misma silaba que el nombre de la rubia.
- ¿La vajilla? – preguntó su madre mirándole con una ceja levantada, igual que hacia él tantas veces.
- Si, si, madre, la vajilla, e-e-eso he dicho – replicó William aún en la entrada de la habitación
- Pues no sé, hijo… - contestó Milady desorientada - ¿Por…por qué?
- Pues… pues… - tartamudeó él intentando pensar como salir de aquel estúpido embrollo – pues porque… porque falta una de las fuentes de porcelana – terminó diciendo y sintiendo de pronto la necesidad de golpearse la cabeza contra una pared.
- ¿Una fuente? – volvió a preguntar su madre obviamente sin creerse una sola palabra.
- Si, ajá una fuente – dijo Will dando una palmada nervioso – una fuente…mmmh es horroroso ¿Verdad?
- …sí, claro… es horroroso – contestó Milady temiendo que su hijo se hubiera golpeado la cabeza con algo.
- ¿Ves?, lo que yo pensaba – dijo él apresurado, levantando los brazos en un gesto y llevándolos luego a sus caderas, sin embargo parecía como si de pronto le sobraran ambas extremidades - ¿Qué vamos hacer si no la encontramos? N-no... no podremos volver a combinar la vajilla nunca más. Una desgracia – en aquel punto, su madre empezaba a mirarle con cara de querer internarle en un sanatorio, así que él volvió su vista hacia Buffy, que limpiaba con fuerza la repisa de la chimenea - …ah, Buffy…que bien que estás aquí – dijo él asintiendo – necesito que me ayudes a buscar…la fuente.
- ¿Y-yo? – dijo ella con voz inestable
- Si. Si, si, claro, tú…tú porque… por… porque…porque tú ves mucho mejor que yo
- Hijo…- dijo su madre observando la escena - ¿Te encuentras bien?
- Si. Si – se apresuró él a contestar - ¿Por qué no iba estarlo? Estoy…estoy… per-perfectamente, madre – añadió cabeceando, su madre le observó unos segundos
- Bueno…está bien – dijo su madre para nada persuadida, se encogió de hombros y se giró para mirar a la rubia – Annie… acompaña a William…a-a a buscar la… fuente ¿quieres?
- Yo… - dijo Buffy buscando una excusa que pudiera librarla de aceptar, pero no se le ocurrió nada – si, claro – dijo ella en un susurro.

Buffy cruzó la estancia y salió de la habitación pasando junto a Will que aún estaba en la puerta. El joven sonrió por última vez a su madre y cerró la puerta. Después empezó a caminar por el pasillo con rapidez, seguido de Buffy que miraba al suelo nerviosa. Porque si lo hubiera hecho, se hubiera dado cuenta que William se dirigía hacia el ala clausurada de la casa.
De pronto, Buffy sintió que algo tiraba de su brazo izquierdo hacia el interior de una habitación completamente a oscuras y abrió la boca para gritar, pero enseguida una mano contra sus labios se lo impidió.

- ¡Shhh! Te van a oír – susurró William. Buffy solo podía distinguir su contorno en la oscuridad de la estancia, de hecho no tenía muy claro donde estaban. Lentamente sintió como él deslizaba suavemente su mano, retirándola, mientras se recreaba en la suavidad de sus labios contra las yemas de sus dedos y la rubia dio gracias a la oscuridad de la habitación, para que él no pudiera ver su sonrojo – Me parece que lo de la vajilla ha sido la peor excusa de la historia.
- ¿Excusa? – susurró ella confundida.
- ¿No pensarías en serio que íbamos a buscar una fuente? – preguntó él y aunque no lo vió, ella supo que sonreía y levantaba una de sus cejas
- Pues… - balbuceó ella nerviosa, sobre todo al comprender que estaban los dos solos, a oscuras, y que al parecer había sido una situación planeada. Le oyó reír suavemente y luego todo su cuerpo tembló al sentir las puntas de sus dedos acariciando su rostro con delicadeza
- Tan inocente… – susurró él acercando su rostro al de ella, sintiendo como la chica se estremecía cuando su aliento rozó sus labios.

Sin poder resistirse por más tiempo, William posó sus labios sobre los de ella. Dulces. Suaves. Fue un beso apacible, casi ingenuo, por nada del mundo quería asustarla. Tomó su labio inferior entre los suyos, sintiendo como la respiración de ella se hacia levemente más pesada.

Buffy, con los ojos cerrados a pesar de estar en la más completa oscuridad, sintió como William se separaba y casi sollozó ante la perdida de contacto. Los dedos de él se apropiaron de un mechón de sus cabellos y jugaron con el, mientras su otra mano tomaba su rostro con reverencia.

- Pensé que lo de anoche había sido lo suficientemente esclarecedor – susurró él llevando el mechón rubio hasta su nariz para inhalar su esencia.
- Yo… tenía – Buffy se aclaró la garganta y se animó a continuar hablando amparada en la completa oscuridad – pensé que... que había sido una locura momentánea. Que…solo…tú…ya sabes, lo que pasó… por el ambiente, por aquel vestido.
- ¿Crees que yo haría algo así? – preguntó él tomando su rostro con ambas manos.
- No…yo, supongo que no – admitió ella
- Entonces….
- Parecía… parecía tan bonito… Demasiado para ser real – dijo ella hablando cada vez más bajo, bajando la mirada, ahora que los ojos de ambos se habían acostumbrado lo suficiente a la oscuridad como para verse la cara
- Buffy – murmuró él levantando su rostro, y clavando su mirada en los ojos de ella que titubeaban nerviosos – es real.

La mano izquierda de William acarició su rostro, mientras la otra la sujetaba por la quijada. Sus dedos rozaron la piel de su frente, apartando con delicadeza un mechón rebelde de su cabello. Sintiendo como ella se movía contra su caricia como un gato, depositó un beso plácido en su frente, sus labios bajaron para dejar otro en la punta de su nariz, en ambas mejillas.

En algún punto, Buffy se giró levemente buscando los labios de William, impaciente por sentirlos de nuevo contra los suyos. Él se sorprendió por el movimiento, insólitamente atrevido por parte de ella. Probablemente debido a la negrura que les envolvía, e interiormente se felicitó por su elección. Nuevamente sus labios se encontraron. William se separó un poco incitándola a que fuera ella la que se acercara para buscar el contacto, cosa que sucedió en seguida. Divertido por su descubrimiento volvió a hacerlo varias veces más, hasta que la necesidad le golpeó y sus labios mordisquearon suavemente el labio inferior de ella, que inmediatamente abrió la boca con un maullido.

Estimulado por la reacción de ella, William coló la lengua en su boca, sujetando su rostro con ambas manos, una de ellas deslizándose hasta la nuca para traerla tan cerca como fuera posible. Inclinó su cabeza y la tentó con su lengua, jugando, enseñándola a responder. Recorriendo su boca despacio, explorando sin prisas, como si tuvieran todo el tiempo del mundo.

Buffy se sintió flotar y sin embargo le parecía que su cuerpo se volvía mas pesado y sus piernas de gelatina y al igual que la noche anterior, sus manos se cerraron sobre la tela de la camisa de Will, a la altura de su corazón, sintiéndolo latir contra su palma, necesitando desesperadamente un punto de apoyo. Él gruñó y ella no logró saber si le disgustó que ella se agarrara a él, pero de pronto el beso se volvió más rápido, más exigente…completamente intoxicante. La mano de él que aún estaba en su rostro, bajó hasta su cintura y la abrazó con fuerza contra él, provocando que Buffy jadeara dentro del beso y una de sus manos se atreviera a hacer una pequeña exploración. Deslizándose desde su camisa hasta la parte posterior de su cuello, para sentir entre sus dedos los suaves rizos castaños de él.

Buffy no podría decir cuanto tiempo pasaron así, parecieron horas, aunque bien podían haber sido un par de minutos. Cuando Will se retiró despacio, los dos jadeaban en busca de oxigeno, pero todavía se resistían a perder el íntimo contacto, apoyando sus frentes la una contra la otra, mientras respiraban en silencio. Finalmente él le dio un último beso en los labios, suave y tranquilo, luego depositó otro en su frente y la abrazó contra él. Buffy apoyó el rostro contra su corazón, relajándose mientras oía la rítmica cadencia de sus latidos. Suspirando levemente cuando sintió sus labios contra su cabeza.

Después de unos minutos, él volvió a hablar, aclarándose la voz.

- ¿Qué haces este jueves? – preguntó él en un susurro contra su pelo. Su mano izquierda la sostenía de la cintura, apretada contra él y la derecha jugaba con los mechones sueltos de su cabello.
- ¿El jueves? - murmuró ella, percibiendo como él cabeceaba – Nada aún. Las chicas y yo no hemos quedado en nada todavía.
- ¿Se molestaran si este jueves no vas con ellas? – preguntó él inspirando el olor dulce de su pelo.
- No… no creo – dijo ella haciendo el mismo gesto que él e inhalando la esencia de su cuerpo - ¿Por qué?
- Quiero llevarte a un sitio – susurró él, provocando que ella sonriera contra su camisa - ¿podrás?

Ella se limitó a asentir contra su pecho, abrazándole un poco más fuerte, aunque ambos sabían que ya no podían quedarse mucho más tiempo allí o empezarían a buscarlos.


~*~*~*~*~*~


(Tres días después, residencia de los Grafton)


Buffy estaba sentada en la cama de la habitación que Cordy y Willow compartían, las miraba un poco nerviosa, mientras ellas, que no parecían haberse dado cuenta de su estado, hablaban animadamente.

- ¿Bueno entonces qué? – preguntó Cordelia volviéndose hacia la rubia - ¿Vamos el jueves a ver el Cristal Palace?, dicen que es impresionante, y no hemos ido nunca.
- Por mi de acuerdo – dijo Willow asintiendo fervientemente – dicen que hay un montón de especies diferentes de plantas exóticas.
- ¿Y tu que dices, Buff? – preguntó Cordy mirándola
- Ehh…yo… no…mmmh, no voy a poder ir con vosotras este jueves – dijo Buffy retorciendo las manos – y… además voy a necesitar que me cubráis – sus dos amigas se miraron extrañadas entre ellas.
- ¿No crees que hace mucho frío para pasar una de tus tardes en el cementerio? – preguntó Wills curiosa – ya se que te gusta mucho ir allí pe-
- No… no voy al cementerio – dijo Buffy mirándose las manos
- ¿Entonces? – preguntó Cordelia con curiosidad
- Voy… voy al Museo Británico – confesó la chica evitando las miradas de sus amigas, que después estallaron en risas.
- ¿Al museo? – preguntó Willow aun riéndose - ¿Tú en un museo?
- ¡¡Eh!! – se quejó Buffy ante la burla de su amiga
- Además, la entrada es muy cara Buffy – continuó la pelirroja algo más calmada - ¿vas a gastarte tanto dinero? – Buffy enmudeció durante segundos, lo que hizo que a Cordelia se le encendiera una pequeña bombilla.
- A no ser… - sugirió la morena, mientras una sonrisa pícara se extendía por su cara – que vayas con compañía.
- Yo… - intentó decir Buffy pero su cuerpo la traicionó sonrojando su rostro furiosamente, Cordy la señaló victoriosa y luego se sentó en la cama junto a ella.
- Bueno, ¿y quién es? – preguntó devorada por la curiosidad – no será el repartidor de leche, ¿verdad? porque tiene mirada de perro pachón.
- No, no es él – dijo Buffy tímidamente
- ¿Y quién es? – preguntó Willow sentándose junto a sus amigas – Vamos, que nos tienes en ascuas, Buff.
- Yo…. es que no puedo – empezó a decir pero al ver las caras de las dos sacudió la cabeza – ¡cielos! está bien, pero tenéis que jurarme que no se lo diréis a nadie.
- ¡Oh dios mío! – exclamó de pronto Cordelia levantándose, haciendo que Willow la mirara sin entender - ¡¡Oh. Dios. Mío!! ¡Estás de broma!
- ¿Qué? – preguntó Willow mirando a una y otra - ¿¡qué pasa!?
- Buffy, ¿lo dices en serio? – dijo Cordelia volviéndose a sentar y acercándose a la rubia – ¿vas a ir con William? – susurró en tono confidencial
- ¿¡¡Qué!!? – gritó Willow está vez
- ¡¡¡Sshhhhh!!! – dijo Buffy levantando las manos – chicas bajad la voz, por favor.
- ¿Entonces es verdad? – preguntó Willow mas silenciosa pero igual de exaltada.
- Bueno… si, es verdad – admitió Buffy tiñéndose de nuevo de rojo. Sus dos a migas se llevaron las manos a la boca con chillidos de sorpresa – No gritéis, por favor - pidió la rubia
- Pero…¿pero cuándo ha pasado eso? – preguntó Willow apoyando las manos en la cama.
- En…bueno, pasó en el baile – dijo Buffy en un susurro avergonzado.
- ¡¿En el baile?! – gritaron las otras dos a la vez, Buffy asintió colorada aunque con una sonrisa.
- ¿Pero… cómo, cuándo? – preguntó la pelirroja – si estuviste con nosotras la mayor parte del tiempo.
- En…ummhh, fue en el jardín – explicó Buffy
- ¿En el jardín? – preguntó Cordelia con una sonrisa astuta - ¿Te refieres a esa media hora que estuviste tomando el aire? – la rubia se torno más colorada, si es que era posible, mientras la morena continuaba con las persistentes preguntas - ¿Y qué? ¿Cómo estaba el aire? ¿Caliente?
- Cordelia – la reprobó Willow con una mirada.
- Oh vamos, Wills, no seas mojigata – respondió Cordi girándose hacia ella y señalándola – tú también te mueres por saberlo.
- Bueno… - admitió la pelirroja con una sonrisa – es que es tan increíble que al fin, William se haya fijado en Buffy…… Está bien. Tienes que contárnoslo todo – dijo risueña
- Pues…umh – Buffy tomó un mechón de su cabello y empezó a jugar con él, nerviosa – me siguió al jardín…y pues hablábamos…y yo quise irme, él me detuvo y luego… pasó.
- ¡¿El qué?! ¿¡Qué pasó!? – preguntaron sus dos amigas a la vez. Buffy bajó la cabeza de pronto interesada en la colcha y susurró algo - ¿Qué?
- Me besó – volvió a susurrar con la cabeza gacha. Cordelia y Willow gritaron alegremente, hasta que Buffy no tuvo más remedio que levantar su roja cabeza con la imborrable sonrisa de felicidad, pintada en ella.
- ¿Cómo fue? – volvió a preguntar Cordelia
- Seguro que fue tan romántico… a la luz de la luna, en el jardín – dijo Willow soltando un suspiro soñador.
- Nahh – se quejó Cordelia – seguro que fue apasionado y fogoso. Seguro que bajo nuestro joven poeta, se esconde un impetuoso caballo desbocado – la morena le dio un codazo a Buffy – Te has puesto como un tomate – luego se rió con jubilo - ¿Tengo razón, verdad?
- Ehhh….yo… - tartamudeó Buffy
- No importa – respondió la morena abrazándola aunque aún riendo – Pero…¿lo del museo?
- Si, ¿por qué quiere llevarte a un museo de historia? – preguntó Willow – sé que es uno de los mejores del mundo…pero no parece muy…romántico.
- En realidad dijo que quería llevarme a otro sitio – explicó la interesada – pero que en enero todavía hace demasiado frío como para estar fuera. Y luego dijo, que quería enseñarme algunas cosas del museo.
- Si – admitió la morena con una sonrisa traviesa – latín.
- ¡¡Cordelia!!

~*~*~*~*~*~


(Jueves por la mañana, Residencia Hambleton)

- ¿Ya te vas? – preguntó la Señora Summers al ver a Buffy coger su abrigo azul marino
- Si, madre – respondió ella doblando el abrigo bajo el brazo, quería ponérselo junto al espejo y asegurarse de que iba perfectamente vestida.
- ¿Hoy no te llevas emparedados? – preguntó su madre mientras limpiaba un repollo sobre la mesa de la cocina
- umh, no…Willow dijo que se encargaría ella esta vez – dijo Buffy tomando sus guantes y sus sombrero.
- Esta bien – dijo Joyce levantando la vista del repollo – anda dame un beso y no vuelvas muy tarde

Buffy se inclinó y dejo un rápido beso en la mejilla de su madre y luego salió corriendo escaleras arriba hasta el rellano. Allí se detuvo y dejó sus ropas sobre el aparador frente al espejo. Se observó durante unos minutos, pensando como la vería William cuando llegara al lugar donde habían quedado, dos calles más abajo, para que no les vieran salir juntos.

Llevaba su vestido de tweed color verde manzana, la falda era lisa y el cuerpo era ceñido, con el cuello mandarín, emulando a las chaquetas militares, con dos hileras de botones negros desde el comienzo de las mangas hasta prácticamente unirse en la cintura, las mangas eran ligeramente abultadas, nada que ver con esas enormes mangas que llevaban las mujeres de clase alta.
Buffy suspiró, ella no tenía ningún vestido excesivamente bonito o elegante, pero el color de este resaltaba sus ojos y se había puesto el collar de perlas que su padre le regaló. De modo que se puso su viejo abrigó azul marino – demasiado infantil para su gusto – sus desgastados guantes y su sombrero de invierno con la cinta verde.

El reloj de la sala comenzó a dar la hora y Buffy comprendió que llegaba tarde, así que abrió la puerta y bajando las escaleras de dos en dos, echó a correr calle abajo remangándose las faldas y evitando los charcos.

Cuando llegó William ya la esperaba y sonrió divertido al verla correr por calle, con una mano recogiendo su falda y la otra sujetando su sombrero. El joven la sostuvo durante unos minutos mientras ella recuperaba su aliento, sin dejar de observar su rostro sonrojado en ningún momento. En cuanto ella se recompuso, William le ofreció su brazo y ella lo tomó sonrojada, comenzando a pasear hacia el centro de la ciudad.

~*~

William y Buffy habían dejado sus abrigos y sombreros en la entrada del museo. Llevaban allí casi media hora y en todo aquel tiempo él no había podido apartar la vista de su cuerpo menudo en aquel alegre vestido, de su rostro sonrojado por el frío, de su sonrisa o su sorpresa mientras observaba cada estancia y galería del museo, como un niño en una tienda de caramelos.

Un pequeño grito de Buffy le hizo volver a la realidad.

- ¿Qué sucede? – preguntó acercándose a ella con preocupación. Buffy completamente colorada tenía la cabeza gacha y señalaba débilmente hacia la siguiente estancia - ¿Qué ocurre?
- Will…están desnudos – explicó ella levantando la cabeza completamente abochornada, el joven echó un vistazo a la sala. A la izquierda, había una figura de mármol de algo más de un metro, un hombre reclinado sobre un diván, seguramente una escultura de Dionisos. A la izquierda entre otras figuras, se encontraba la escultura de una mujer en cuclillas una Venus o tal vez Afrodita.
- Son esculturas griegas – explicó William a Buffy, quien aún mantenía la mirada fija en el suelo. El joven no pudo evitar sonreír ante la vergüenza de ella – Buffy – dijo tomando su barbilla con gentileza y levantando su cabeza – Son obras de arte muy antiguas… y realmente hermosas.
- Pe-pero – intentó quejarse ella, él la tomó de la mano y la arrastró hasta el Dionisos, la obligó a ponerse delante de él frente a la estatua.
- Mírala – le dijo él desde su espalda – no pienses en la ropa. Observa su rostro, la perfección de su piel.
- Le faltan, las manos y los pies – dijo ella confusa.
- Tiene más de 2.000años. Es fácil que las extremidades se hayan roto con el paso del tiempo – explicó él - ¿Ves las perfectas proporciones de cada parte de su cuerpo? – Buffy asintió bastante avergonzada. William tomó su mano y la acercó más a la escultura
- ¡No puedo tocarla! – se quejó ella intentando no levantar la voz – está prohibido
- No hay nadie aquí, Buffy – le susurró él al oído y ella pensó que se desmayaría en aquel preciso instante. William levantó sus manos unidas y obligó a Buffy a acariciar el suave mármol del rostro de la estatua - ¿Notas cada línea? Cada golpe en el mármol está hecho con gran precisión – sus manos descendieron por el cuello hasta los perfectos pectorales del dios griego, Buffy temblaba, aunque no sabía si de vergüenza, de nervios o de ambas cosas.

Sentía cada aliento de Will, en su cuello, su brazo derecho rodeándola por la cintura, su pecho contra su espalda y su mano izquierda sobre la suya, guiándola sobre el frío mármol de la escultura de un hombre completamente desnudo.

- William – jadeó ella cuando sus manos llegaron a los abdominales del dios, él supo que debía apartarse de ella en aquel instante y dejar el agua correr pero simplemente no podía.

Sus labios descendieron hasta la pequeña porción expuesta de su cuello, acariciándola suavemente, dejando suaves besos mientras subía hasta encontrar la carne sensible de la oreja. La tomó entre sus labios delicadamente, sintiendo la piel caliente en su boca.
Un nuevo jadeo surgió de los labios de ella y la giró bruscamente hacia él, una mano aun sostenía la suya y otra había subido hasta su cuello, atrayéndola contra él y besando su boca con una pasión arrolladora.

Unos minutos u horas más tarde, William la separó de su cuerpo. Ella se tambaleó, aturdida por la fogosidad del beso, y en contra de los deseos de su cuerpo sonrió al verla tan inocente y cándida. Besó su frente y la condujo de nuevo por los pasillos y salas del enorme museo.

~*~

(Unas horas más tarde)

Después de salir del museo, Buffy y William habían caminado tranquilamente hasta un pequeño café donde solían reunirse poetas y literatos. William pidió una mesa para ambos en un rincón modesto y ordenó un par de emparedados y cerveza para comer.
La joven observaba absorta el ambiente del café, donde tanto hombres como mujeres, aunque estas eran pocas, hablaban y discutían animadamente sobre multitud de temas. Cuando ambos acabaron de comer, escucharon placenteramente a algunos escritores y poetas noveles que, subidos en una tarima leían sus escritos. Buffy no quería irse pero ya era tarde y debían volver a casa antes de la cena.

De vuelta a casa, los dos hablaron sobre todo lo que habían visto en el museo y elogiaron algunos de los escritos de la gente del café.

- Si quieres, podemos volver el próximo jueves – aventuró William
- No…uhm… no creo que el próximo jueves podamos – respondió ella turbada
- ¿No? – preguntó él extrañado - ¿Por qué?
- Pues…porque el jueves que viene es mi cumpleaños – explicó ella girándose hacia él mientras caminaban
- Cielos, es verdad, que despiste – dijo él dándose un golpecito en la frente – si compré tu regalo hace un par de días. – Ella lo miró entonces con curiosidad
- ¿Ah sí? – preguntó fingiendo un tono inocente, pero él la miró con una sonrisa pícara extendiéndose por su rostro.
- Ni lo sueñes, pet – respondió él – no me lo sacaras.
- Oh, vamos – dijo ella mirándole con cara de cachorro abandonado.
- Nah, no me vas a convencer con ese truco tan viejo – contestó él entre risas.
- Quizás pruebe con otra… técnica – dijo ella de pronto muy tentadora, William la miró y supo que esa chica sería su perdición
- No lo dudo, luv – respondió con voz ronca, luego se giró y comenzó a correr - ¡pero no me lo sacarás! – gritó girándose mientras corría
- Traidor – murmuró ella entre dientes, antes de recogerse las faldas y echar a correr tras él tan rápido como podía.


~*~*~*~*~


(Una semana más tarde, Residencia Hambleton)

- Bueno ¿Y quién va a distraerla mientras tanto? – preguntó Milady al pequeño conclave reunido en la salita mientras Buffy había sido enviada a la botica para un supuesto recado.
- ¿Creéis que lo de los cachorros de la Señora Inglis seguirá surtiendo efecto? – preguntó Liam encogiéndose de hombros
- Algo me dice que no – dijo la Señora Summers entre risas que Milady Hambleton acompañó.
- Tendría más efecto si la llevaras a ver el escaparate de la tienda de telas de la calle Peason – añadió la duquesa
- Yo me encargaré – dijo William, omitiendo la sabida mirada de Liam
- Bien, solucionado este punto – dijo Milady – Liam tu te ocuparas de colgar los adornos en la sala de música y el jardín, con la ayuda de las doncellas de los Grafton. Joyce tú como siempre te harás cargo de la comida y el pastel. Will, antes de llevarte a Annie, acuérdate de decirles a los chicos de los Grafton a que hora deben venir.

Todos asintieron y al oír la puerta de entrada de los criados abrirse, Joyce tomó su canasto del suelo y sacó un par de medias para remendar, Milady se recostó en el diván y su hijo se apresuró a rescatar un libro para fingir leerle a su madre mientras Liam salía apresurado de la estancia con destino a la cochera.

Buffy apareció en la salita unos minutos más tarde colocándose la cofia, y rodó los ojos al ver a su madre, la duquesa y William fingiendo una perfecta tarde de invierno.

- Milady – dijo la rubia haciendo una leve inclinación – el boticario dice que su medicina estará lista para dentro de dos días.
- Gracias, Annie – respondió la mujer con una sonrisa, luego añadió – ah querida, ¿te importaría acompañar esta tarde a William? Tiene que recoger unos paquetes y no creo que pueda el solo
- Por supuesto, milady – dijo ella asintiendo, a sabiendas de que ni William ni ella iban nunca a recoger ningún paquete, porque formaba parte de las tareas de su hermano.

~*~

Buffy se abrochaba el abrigo apresurada, tomando el sombrero, mientras William la esperaba en los escalones de la entrada.
- ¿Buffy? – preguntó él con algo de impaciencia
- Ya voy – contestó ella saliendo por la puerta y sujetando las orquillas de su sombrero
- ¿Cómo puedes tardar siempre tanto en arreglarte? – preguntó él esperando a que ella caminara un algunos pasos por delante antes de seguirla.
- Pues…porque soy una chica – respondió ella encogiéndose de hombros
- Si. Esa es una explicación muy buena – dijo él sarcástico
- Deja de reírte de mi – refunfuñó Buffy, luego se giró a él y le cogió del brazo, sonriendo – y ahora confiesa… ¿Sacaste el palito más corto?
- ¿mmh? – murmuró él – no se de que me hablas.
- Ja, si piensas que eso me va a convencer la llevas clara – contestó ella juguetona
- En serio…Buffy… no se de que me hablas – dijo él con voz seria pero el brillo jovial en sus ojos le delató
- Oye, dime una cosa – dijo ella soltándose de su brazo, girándose hacia él y caminando hacia atrás mientras le miraba - ¿Alguno de vosotros pensáis, de verdad, que no me entero de las planificaciones anuales de mi “fiesta sorpresa”? – William frunció los labios, de forma irreverente ante la pregunta.
- ¿Fiesta sorpresa? – preguntó él continuando el paseo – no se nada sobre eso
- Will… mientes muy mal – dijo ella con una sonrisa, él rió a su vez – así que venga, dime, ¿cómo has acabado siendo tu el que me entretenga durante la tarde?
- Bueno, Liam pensaba llevarte a ver los cachorros de la señora Inglis – ella frunció el ceño ante eso – pensé que sería bueno evitar un fratricidio. Ya sabes, la sangre sale muy mal de la tapicería.
- No puede ser verdad – dijo ella entre risas.
- Oh, por supuesto que lo es – contestó él igual de risueño.
- ¿Es decir que te viste en el deber de suplantarle? – preguntó Buffy más seria, y él no tenía claro si era así o solo simulaba – para evitar una desgracia.
- Podríamos decir que si.
- ¿De modo que mi estimulante compañía no tuvo nada que ver en ese ofrecimiento?
- Bueno…claro que no, es decir, ¡si! – empezó a balbucear William, en aquel momento ella sonrió traviesa y él supo que había sido una pequeña treta.
- En ese caso… creo que debería usted compensarme por este pequeño agravio, señor Hambleton – dijo ella con una sonrisa a la que él no pudo resistirse.
- Lo que usted desee, señorita Summers – dijo William acercándose un poco más a ella, quien dio un paso hacia atrás esquivándole con diablura.
- ¿A que hora debemos estar de vuelta, señor Hambleton? – preguntó ella aún con esa sonrisa victoriosa sobre su rostro.
- Dentro de dos horas – contestó él intentando acercarse de nuevo, con el mismo resultado.
- Bien… en ese caso creo que sé como quiero que me compense.
- ¿Cómo? – preguntó él, dando otro paso hacia ella. Esta vez ella no se separó y en dos zancadas, la distancia se había reducido a escasos centímetros, algunos menos de los que deberían ser apropiados en mitad de la calle.
- Quiero… – susurró ella poniéndose de puntillas, no había contacto entre ellos, pero la distancia entre sus labios era cada vez menos - …dar un paseo por el cementerio – el sonrió cuando ella volvió de nuevo a bajar y le miró pícara.
- Es usted muy atrevida, señorita Summers – dijo él ofreciéndole su brazo
- Pensé que le gustaba eso de mi, señor Hambleton – dijo tomando su brazo, él cabeceó y ambos se dirigieron tranquilamente hacia el cementerio.

~*~

- ¿Dónde está Buffy? – preguntó Liam escondido tras una columna de la sala de música
- ¡¡Sshhhh!! – respondió Willow, agachada junto a Cordelia, Oz, Xander, Dawn y Andrew detrás del piano – creo que ya les oigo venir.

La puerta de la entrada se abrió y lejanamente se oían las voces de William y Buffy dirigiéndose hacia allí. Cuando William abrió la puerta de cristal que daba del pasillo a la sala, dejó a Buffy pasar primero, y en aquel momento encendieron las luces y los chicos salieron de detrás del piano, con los brazos en alto y gritando - ¡Sorpresa! – Buffy sonrió y se adentró en la habitación siendo abrazada en seguida por todos los presentes.

- Feliz diecisiete cumpleaños, cariño – le dijo su madre después de los pertinentes abrazos de todos los demás, cuando la chica se acercó al diván donde la Señora Summers y Milady Hambleton estaban sentadas.
- Feliz cumpleaños, querida – añadió milady cuando Buffy se inclinó para que también la duquesa pudiera abrazarla.
- Bueno, chicos ¿Dónde esta esa tarta? – preguntó Joyce girándose hacia atrás
- Aquí viene – dijo Cordelia portando una bandeja con un enorme pastel de cumpleaños lleno de velas. Buffy sonrió dirigiéndose hacia la mesa donde estaba el resto de comida y donde los demás se habían reunido y esperó a que Cordy depositara la bandeja y a que su madre y William que había acudido a ayudar a milady a levantarse, llegaran a su lado.
- Venga hermanita – dijo Liam poniéndose a su otro lado y pasándole un brazo por los hombros – coge aire y pide un deseo – Buffy le sonrió y luego disimuladamente miró a William de reojo y después cerrando los ojos sopló las velas. Varios silbidos y aplausos sonaron después de que consiguiera apagar todas las llamas.
- Ahora viene mi parte preferida – dijo Willow dando un pequeño saltito excitada.
- Los regalos – dijo Dawn tímidamente al lado de su hermano mayor.
- Bien, empezaré yo – dijo Liam que de pronto había desaparecido, entrando por la puerta de la sala arrastrando una vitrina de madera color caoba.
- ¿Qué…? – preguntó Buffy dirigiéndose hacia él con una mano en los labios.
- Dijiste que tu colección de muñecas ya no te cabía en ningún sitio – explicó el moreno con una sonrisa.
- Dios, Liam, es precioso – dijo Buffy arrodillándose junto al mueble para mirarlo de cerca
- Mi trabajo me ha costado, Buff – contestó el con la imborrable sonrisa.
- Espera, ¿tú has hecho esto? – preguntó ella, Liam cabeceó por respuesta – pero ¿cuándo?
- Pues es mis horas libres, por su puesto – contestó él, Buffy se levantó y le abrazó entre risas
- Gracias, Liam, me encanta.
- Entonces ahora vamos nosotras – dijo Willow acercándose con un paquete azul con un enorme lazo y entregándoselo a la rubia – es mío y de Cordy, Buffy sonrió y comenzó a abrir el regalo con expectación y sonrió al abrir la caja que lo contenía.
- Chicas…es preciosa – dijo ella mirando la exquisita muñeca de porcelana a de unos treinta centímetros.
- Hablamos con Liam – explicó Cordelia – y pensamos que como este año él no iba a regalarte ninguna, que lo haríamos nosotras.
- Gracias chicas, de verdad – dijo abrazando a las dos con la muñeca en la mano.
- Vamos, Dawnie, dale a Buffy nuestro regalo – dijo Xander dándole un pequeño empujoncito a su hermana pequeña, ella le dirigió una mirada fulminante y luego se volvió hacia la rubia con timidez.
- Espero que te guste – dijo entregándole un pequeño paquete de color verde, Buffy sonrió y tiró del lazo de tul que lo envolvía descubriendo un exquisito frasco de perfume, de cristal blanco esmerilado con adornos de metal y topacios incrustados.
- Es…guau… - farfulló Buffy girando el pomo de cristal entre sus dedos.
- Cuando lo ví supe que sería un regalo muy apropiado para ti – explicó Dawn – es un perfume poco común, lleva esencia de vainilla.
- mmmh – murmuró Buffy destapando el frasco y oliendo el perfume – es demasiado, no se si puedo…
- No digas tonterías, pequeña Buff – dijo Xander acercándose y pasándole un brazo por los hombros dándole un apretón amistoso. La rubia sonrió y les dio las gracias a los hermanos Grafton.
- Ejem… - dijo Andrew haciéndose notar al lado de los tres y acompañado por Oz – nuestro regalo es menos glamuroso pero esperamos que te guste – Buffy tomó la caja cilíndrica que el chico le ofrecía y abrió la tapa murmurando un “ohh” - también es el regalo de Amy y Warren, pero no podían venir. No es piel de visón ni mucho menos, pero-
- Es precioso, Andrew – dijo Buffy sacando un enorme manguito de piel de ardilla gris forrado en satén verde – muchas gracias, chicos – dijo la rubia abrazando primero a Andrew y luego a Oz.
- Yo quiero ser la siguiente – dijo la duquesa sonriendo desde el diván, Buffy se acercó a ella – es un regalo de William y mío – dijo la mujer presentándole una caja de madera color cerezo con un lazo, la chica la miro extrañada y tiró del lazo, después con cautela abrió el cerrojo de la caja y tiró hacia arriba de la tapa
- ¡Oh dios mío! – dijo Buffy llevando una mano a su boca mientras la otra vagaba por el contenido del interior de la caja.
- Guau – dijeron Cordelia y Willow a la vez al asomarse a mirar.

La caja forrada de tela por dentro contenía ocho hermosas piezas de plata repujadas con pequeñas rosas. Era un set completo de tocador, con un espejo de mano, un cepillo para el pelo, un peine, un cepillo para la ropa, tenacillas, tijeras y una lima. Buffy, sacó el espejo de su enganche, tomándolo por el mango, medía aproximadamente algo más de 20cm de largo y unos 10 de ancho, pesaba un poco. Lo giró en su mano para descubrir sus iniciales grabadas en el dorso del espejo, luego volvió a colocarlo en su sitio.

- Es…yo… - tartamudeó Buffy sin saber que decir. Aquel estuche debía haber costado una fortuna.
- La idea fue mía – dijo Milady Anne – pensé que ya eras lo suficientemente mayor como para tener algo así y William se encargó de elegirlo.

Buffy se giró hacia atrás para observar al aludido, que le sonreía con cierta devoción. Dios, tenía tantas ganas de levantarse, echarse a sus brazos y llenarle de besos. Pero probablemente un gesto como ese haría que sus respectivas madres se desmayasen o algo peor. Buffy fue levemente consciente entonces, de los problemas que presentaba su relación, supo que sería difícil, pero ella le amaba y si él era capaz de sentir algo, aunque fuera solo un poquito parecido a lo que ella sentía por él, haría lo que fuese necesario para soportar cualquier prueba que surgiera en el camino.

Su madre la sacó de sus pensamientos presentándole una caja con su regalo, el último antes de comer el pastel. Buffy pensó que nada podría superar al regalo de Milady y William, pero se equivocó, el regalo de su madre no era tan caro, ni tan elegante, pero supo en seguida cuanto esfuerzo había debido gastar en él. Era un abrigo nuevo, al fin podría librarse de su viejo abrigo azul marino. El nuevo era práctico, no podía esperar otra cosa de su madre, pero también era bonito. De paño verde oscuro, que le abrigaría bastante en invierno, con una hilera de botones negros desde el cuello mandarín hasta casi el final del abrigo, las mangas eran ligeramente abultadas en los hombros y se iban estrechando hasta llegar a los puños, rematados con una pequeña piel gris, parecida a la del manguito. Era obvio que la mayoría de los presentes se habían puesto de acuerdo entre ellos para elegir los regalos.

Media hora después todos tomaban el té y la tarta, sentados en la mesa redonda de la sala de música. La señora Summers y milady Anne se habían retirado hacía unos minutos para dejar a la juventud a su aire.

William había estado observando a Buffy casi toda la tarde, la cara de sorpresa que había puesto al ver sus regalos, o las risas que ahora compartía con Willow y Xander. Él aún tenía un ultimo regalo para ella, pero no era uno que el resto de sus amigos pudiera ver, lo había encargado después de haber ido al museo y lo había recogido esta mañana. Deseaba poder dárselo para ver de nuevo su rostro de sorpresa, quería ver esa sonrisa que alumbraba su cara, quería ver esa sonrisa siempre que pudiera.

Pensando en parte de la conversación que habían mantenido esta tarde en su paseo por el cementerio, recordó que ella le había dicho que Willow y Cordelia sabían lo que pasaba entre ellos, tal vez eso pudiera servirle de ayuda en este momento. William se levantó del asiento y discretamente siguió a Cordelia que había bajado a la cocina un momento antes.

- Cordy – dijo asomándose desde la escalera de la cocina, la morena dio un salto llevándose una mano al pecho.
- ¡Virgen santa! – exclamó ella – me has dado un susto de muerte.
- Lo siento – dijo él en voz baja – quería…quiero pedirte un favor.
- ¿Un favor? – preguntó ella soltando la bandeja de comida sobre la mesa y mirándole.
- Si – dijo él asintiendo – verás…Buffy…bueno, ella me ha dicho que tú y Wills sabéis que…ya sabes – dijo él alzando una ceja y ella sonrió satisfecha – hay…tengo algo para Buffy, algo…un… digamos un regalo y…
- Y no quieres que los demás lo vean, ¿no? – terminó ella, William asintió resignado – tal vez pueda decirle a Buffy que necesito que me ayude a buscar algo en la cocina.
- Gracias – dijo él con una genuina sonrisa.
- De nada – contestó ella comenzando a subir las escaleras – pero más te vale que sea un regalo que merezca la pena.

Unos minutos después Buffy apareció en lo alto de las escaleras y frunció el ceño confusa al ver a William junto a la mesa de la cocina, después Cordelia cerró la puerta de arriba, con un “buena suerte” y una pequeña risa.

- ¿A qué ha venido eso? – preguntó Buffy descendiendo las escaleras hasta acercarse a Will.
- Yo se lo pedí – respondió él y sin más ceremonia sacó una pequeña caja rectangular de uno de sus bolsillos y se la tendió a Buffy, quien frunció el ceño de nuevo mientras tomaba la cajita en su mano.
- ¿Qué es- empezó a preguntar ella, pero él la corto en seguida.
- Tú solo ábrelo, ¿Vale? – dijo él nervioso.

Buffy destapó la pequeña caja y de la impresión estuvo a punto de caérsele. William observaba su rostro y sonrió complacido, mientras ella rozaba el contenido con la punta de los dedos, demasiado impresionada para decir nada. En el interior había un pequeño broche para el pelo, era un ramillete de flores, rosas, pensamientos y no-me-olvides, con una mariposa, todo ello esculpido en fina plata y oro blanco salpicado con pequeños brillantes y piedras de ámbar.

- Es igual que… - comenzó a decir ella.
- Que aquel prendido para el pelo de la esposa de Napoleón que vimos en el museo – terminó él – vi como lo mirabas y simplemente encargué una reproducción en plata. Ya sé que el otro era en oro, pero supuse que la plata resaltaría más en tu pelo – dijo él mirando su cabello con adoración mientras extendía una de sus manos para tocarlo.
- Pero Will, ha debido costarte una autentica fortuna – dijo ella levantando por primera vez la vista del broche, para mirar los ojos de él.
- Nada que tu no te merezcas – susurró el tomando su rostro con una de sus manos – hay algo que debo decirte, Buffy.
- ¿El qué? – preguntó ella en un susurro. Pero cuando él estaba apunto de hablar, Cordelia abrió la puerta de la cocina, indicándoles que debían volver cuanto antes al salón. De modo que ambos resoplaron ante la interrupción y comenzaron a subir las escaleras con resignación.


~*~*~*~*~*~



(Esa noche, Residencia de los Hambleton)

La casa estaba casi completamente a oscuras cuando William descendió las escaleras hasta la planta baja procurando no hacer ruido. Había dejado el libro que estaba leyendo en la sala de música y siempre le gustaba leer un rato, antes de dormirse. Todo estaba sumido en la negrura, así que extendió los brazos para palpar las paredes con las puntas de los dedos, hasta llegar a la sala, donde el gran ventanal que daba al jardín trasero dejaba pasar la claridad de la luna, ayudándole a ver el libro sobre el diván que se encontraba bajo la vidriera.

William caminó en silenció y se agachó para tomar el libro cuando sus ojos quedaron capturados por una figura que se encontraba en el jardín. Por el camino de grava entre los rosales y las demás flores que su madre había plantado hacía años, Buffy caminaba abstraída, llevando solo su camisón blanco y una gruesa capa de lana roja. El larguísmo cabello de la chica caía en torrentes de tirabuzones dorados hasta su cintura, mientras sus manos extendidas acariciaban las hojas del macizo de lilas, ahora sin flores.

William se quedó ensimismado por la visión casi etérea que ocurría a solo unos cuantos metros de distancia. Ni si quiera fue consciente de que su cuerpo tenía vida propia y caminaba sin apartar la vista, hasta la puerta de cristal que comunicaba el jardín con la sala de música. Abrió la puerta y salió al frío del invierno londinense, en mangas de camisa. Su cuerpo acució la gélida temperatura, pero al parecer no lo retransmitió hasta su cerebro, ya que en lugar de volver dentro a por algo de abrigo, continuó su caminó hacia la pequeña rosaleda.

Pisando con cuidado, como si temiera que al hacer ruido, Buffy se desvaneciera como el espejismo que simulaba ser, William llegó hasta ella.

- Buffy – murmuró en un susurro que parecía contener la gran verdad del universo.

La joven se giró, rápida, pero no bruscamente, y sorprendida aunque ni mucho menos asustada, como si una parte de su cerebro esperara que él la encontrara allí, caminando por el jardín en medio de la noche.

Los ojos de uno se perdieron en los del otro. Sin palabras, no eran necesarias en aquel momento. Aquel era un momento, tan inesperado como fugaz, que de uno u otro modo ambos habían esperado largo tiempo.

Las frías manos de él viajaron hasta el rostro de ella, rozando sus labios, rojos como fresas maduras. Y pronto el resto de sus cuerpos estaba en contacto, uno contra el otro buscando el calor que solo ellos podían darse. Un contacto tan intimo como puro. Abrazados en mitad de la noche, escuchando sus respectivas respiraciones, sin necesidad de esconderse. De esconder sus sentimientos.

Pronto él busco el rostro de ella, acomodado en su pecho, para besarla, un beso dulce, como aquel que se daría a algo precioso y adorado. Sus manos se perdieron en el suave cabello dorado y por primera vez, ella elevó sus brazos, colgándose de su cuello, buscando el mayor contacto posible. Y el beso se torno apasionado, necesitado, ansiado, algo que ambos habían deseado desde antes de tener memoria, como si aquel momento hubiera sido planeado por el Destino mucho antes de que ninguno de ellos hubieran nacido.

- Will – jadeó ella entre aquellos besos que le hacían perder la razón, buscó sus ojos – Will, te quiero.

Los ojos azules del destinatario se abrieron por la sorpresa, aunque de algún modo no era tanta, él sabía eso, en el fondo de su alma sabía que estaban destinados a estar juntos, a amarse hasta el final de los tiempos. Era sólo la primera vez que lo oía. La primera vez que alguien admitía quererle, alguien que no fuera su madre o los recuerdos cada vez más borrosos de su padre.

-Dios, Buffy – dijo él, sintiendo como su corazón se afligía de pura dicha – también yo. Te quiero.

Los ojos verdes de ella se llenaron de lágrimas de felicidad no derramada, adornando su rostro con una sonrisa de alegría que no podría ocultar aunque lo intentara. Él la correspondió en seguida, una hermosa sonrisa se extendió por su rostro aristocrático.

- Siempre – ella admitió, intentando contener las lágrimas – desde…antes de que pueda recordar, siempre has sido tú.
- Siempre – él respondió, luego movió su cabeza – sólo que no sabía…tenía una idea preconcebida de cómo debía ser el amor y no fui capaz de reconocerlo cuando el verdadero estaba frente a mi. – Las lágrimas de ella se derramaron y él las apartó con sus pulgares, luego delicadamente poso sus labios sobre los de ella y se separó otra vez – Estoy enamorado de ti, Anne Summers
- Te amo William Hambleton – respondió ella con una sonrisa mezclada con sus lágrimas.


Continuará





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