Author's Chapter Notes:
Hey!!

Lo sé he tardado un monton en subir un capitulo nuevo, pero entre los examenes el trabajo, practicas y demás no he tenido mucho tiempo para escribir, ni para nada en general.

De todas formas aquí lo tengo, espero que os guste, aunque se avecinan malas noticias, sobre todo si a alguna le cae particularmente bien el personaje de Xander, en fin no digo nada más, leer no os olvideis de dejar un comentario .

P.D. No olvideis que Buffy tiene 17 años pero de los del siglo XIX, asi que en algunos temas está un poco pez ; )
Adiós a la Inocencia


(Ocho meses después)


- ¿Qué te pasa, pet? – preguntó William depositando un beso sobre la cabeza de Buffy.

Ambos estaban tumbados sobre la hierba, a la sombra de un manzano disfrutando de la suave y cada vez más fría brisa de mediados de septiembre, junto a ellos Jack y Nelly, los dos pointers yacían con la lengua fuera después de una fatigosa carrera por la pradera.

Durante todo el verano, la joven pareja había estado pasando las tardes de los domingos merendando en Hyde park o montando a caballo en las cuadras del señor Patterson. Había sido un verano maravilloso, y de alguna manera habían logrado que sus respectivas madres no se enteraran de su relación, aunque no podían decir que hubieran corrido la misma suerte con el resto de familiares. Liam no era especialmente avispado a la hora de notar las cosas que pasaban a su alrededor, pero no era estúpido y eventualmente acabó dándose cuenta del cambio de actitudes entre su mejor amigo y su hermana. Will suspiró levemente acariciando el cabello rubio de ella, recordando con perfecta claridad el momento exacto en que Liam había sido consciente de la relación que había entre Buffy y él.

---O---

(Cuatro meses antes, una velada en la Residencia Hambleton)


William había aprovechado que la cena había acabado y los invitados, Milord y Milady Grafton, Xander Grafton, la archiduquesa Anianka, los duques de Kent y su hija Kennedy, acompañados por su madre, se habían retirado a la salita y la mayoría de ellos jugaban ahora al bridge, para salir al pasillo e intentar encontrar a Buffy.

El joven decidió esconderse en un armario de la escalera del servicio y esperar a que ella subiera irremediablemente, con las copas para el jerez.

Liam y Buffy subieron por las escaleras, con sendas bandejas cargadas de vasos y demás cristalería. Unos minutos después Liam volvió a bajar, sin ver a William en ningún momento, pero cuando Buffy bajó, él tiró de ella hacia dentro del armario, y cerró la puerta.

- ¡Will! ¿Qué haces? – susurró Buffy alarmada, intentando ver al chico en la más completa oscuridad del estrecho hueco en el que se encontraban.

- ¿Tu que crees? Te echaba de menos – explicó él con voz ronca. Segundos después los dos se fundían en un apasionado y necesitado beso dentro del armario. Aturdida por el repentino entusiasmo de William, Buffy no se dio cuenta y el asa de la bandeja resbaló entre sus dedos, cayendo con un ruido metálico contra el fondo del armario. Los dos detuvieron sus caricias y se separaron ligeramente.

- Lo siento – musitó ella aun colgada de su cuello

- Ha sido culpa mía – dijo él dejando un beso suave en su frente – pero…dios… llevaba toda la cena deseando besarte.

Ella rió nerviosa y se recostó durante unos segundos contra el pecho de él, sintiendo una de sus manos en su pelo y la otra agarrándola con fuerza por la cintura. William volvió a besarla esta vez en su pelo, deteniéndose un momento para aspirar su esencia, cerrando los ojos placenteramente.

- Creo que deberías salir ya, no vaya a ser que hayan oído el ruido de la bandeja – dijo William contradiciendo sus palabras con un fuerte abrazo apretado con el que mantenía a la rubia contra él.

- Si – susurró ella sin ninguna prisa por llevar a cabo el movimiento.

- Buffy – susurró él contra su pelo un momento después, ella maulló brevemente en respuesta y él se apresuró a separarla de su cuerpo con un jadeo contenido – Sal, love, nos veremos después en el jardín ¿de acuerdo? – dijo dejando un ultimo beso sobre la cabeza de la rubia, ella asintió y abrió la puerta mirando hacia ambos lados antes de salir.

William le pasó la bandeja a Buffy y de pronto ella cerró la puerta del armario bruscamente, casi golpeándole la cara. El joven contuvo una queja frotándose la nariz, al oír el porque del abrupto cierre.

- ¿Buffy? – preguntó Liam confuso, terminando de subir las escaleras de los criados hacia la salita - ¿Qué diantres hacías en el armario?

- ¿eh? Ah…emhhhh…esto…es que estaba buscando otra baraja de cartas – dijo ella nerviosa pasándose la bandeja de una mano a otra para acabar sujetándola contra su pecho.

- ¿En el armario de las escobas? – repitió Liam receloso.

- Si – Buffy soltó una risita histérica - ¿Qué tonta verdad? – dijo antes de salir corriendo escaleras abajo hacia la cocina.

Diez minutos después, William decidió que probablemente el peligro ya había pasado y que era hora de salir de allí y volver con los invitados. Despacio abrió la puerta y dio un paso hacia fuera, para encontrarse segundos después cogido por la pechera de su camisa y fijado con fuerza contra una pared y la cara poco amistosa de Liam demasiado cerca de la suya.

- ¿Qué cojones crees que estas haciendo? – escupió el moreno mirándole con ira y golpeándole la espalda contra la pared.

- ¿A qué te refieres? – preguntó William sabiendo, antes incluso de haberlo pensando, que no era una buena respuesta.

- No me jodas, William – dijo Liam zarandeándole iracundo.

- No es lo que tú crees.

- ¿Ah, no? ¿Y cómo sabes lo que yo creo?

- No estoy jugando con ella, Liam – dijo el rubio mirándole fijamente.

- Más te vale que no – dijo el moreno tomando aire pero aun manteniendo fuertemente agarrado al rubio – porque si la haces daño, de cualquier forma, no me importará que seas mi mejor amigo, o mi jefe, Willy. Te mataré.

- Entonces será mejor que no lo haga – respondió William seriamente aunque con un toque burlón, haciendo que Liam se encrispara de nuevo, gruñendo y golpeándole otra vez.

- ¿Liam? – dijo una voz femenina, haciendo que ambos jóvenes se volvieran para ver a Buffy observándoles - ¿Qué haces?

- Nada – dijo el moreno después de mirar a William por ultima vez y soltarle antes de girarse hacia su hermana – Sólo hablábamos, ¿verdad, William?

- Claro, cosas de…hombres – dijo Will mirando al moreno de reojo antes de volverse hacia Buffy.

- Ya…seguro – masculló ella antes de seguir hacia la salita.

Liam le dirigió a su amigo una última mirada en forma de advertencia, antes de bajar furioso hacia la cocina.



---O---


- Nada, estoy bien.

- Pues no lo parece – dijo William jugando con el cabello dorado de Buffy – estás muy callada.

- Es que…- dijo ella, luego dudó y movió la cabeza con un suspiro – nada, no es nada.

- Buffy – dijo él incorporándose un poco sobre la hierba y llevándola con ella – dime qué pasa, me estas preocupando.

- No soy yo, Will – dijo ella dudando un segundo – es Willow.

- ¿Qué le ocurre a la Red? – preguntó William observando a Buffy.

- Ese es el problema – dijo ella con un suspiro resignado – No lo sé. Hace algún tiempo que está muy extraña…además de esas horribles migrañas que tiene desde hace un par de semanas.

- ¿Has hablado con ella, luv? – preguntó él de nuevo, sentándose apoyado contra el tronco del árbol y arrastrando a Buffy con él.

- Lo he intentado un par de veces pero parece… parece que me esté evitando.

- ¿Y Cordelia? ¿Tampoco ella sabe nada?

- No estoy segura.

- Amor – dijo William tomando su rostro con ambas manos y dejando un beso suave en sus labios – Habla con ellas y deja de preocuparte ¿de acuerdo?

- ummhh… no sé…

- ¿De acuerdo? – volvió a insistir él con una sonrisa traviesa y un nuevo beso.

- Está bien – terminó cediendo la rubia enfurruñada.

- Mejor. Porque prefiero pasar la tarde ocupado en otros menesteres – dijo él besándola de nuevo, esta vez precipitadamente, haciendo que ella jadeara un poco sorprendida. William rió y volvió a besarla con ímpetu, cayendo en la hierba sobre ella.

- Si…esto parece más divertido – dijo ella unos cuantos besos después pasando sus dedos por una de las esculpidas mejillas de él.

- Me alegro que te guste, pet – contestó él con una sonrisa juguetona. Después bajó su cabeza lentamente hasta el cuello de ella, dejando pequeños besos desde el casto escote del vestido hasta la mandíbula, para luego tomar el lóbulo de la oreja entre sus dientes. Buffy se estremeció y soltó un cargado suspiro, que se convirtió en jadeo cuando sintió la lengua de él hacer el camino inverso. William deslizó su mano izquierda por el costado de ella, desde la cadera hasta el pecho, notando como sus pantalones parecían volverse cada vez más estrechos.

- Will…no – dijo Buffy con un jadeo. William abrió los ojos intentado enfocar su rostro durante unos segundos, cuando lo logró, ella estaba completamente colorada y evitaba mirarle directamente a los ojos, no supo exactamente el porqué, hasta que se dio cuenta que una de sus manos estaba sobre un pecho de ella, acariciando por encima de la ropa.

- Dios, perdona Buffy – se excusó él levantándose enseguida e intentando ocultar su prominente erección, aunque gracias a dios, ella estaba demasiado avergonzada como para darse cuenta de ello – Ha sido un gesto instintivo… no pretendía… lamento haberte molestado.

- No, no pasa nada…solo me… es igual – dijo ella ocultando su rostro y tartamudeando nerviosa.

- ¿Quieres que volvamos ya? – preguntó William después de unos minutos de violento silencio, ella asintió y se levantó precipitadamente, sacudiendo la hierba de su vestido – Buffy… - suspiró él pesadamente al ver la repentina tensión que se había creado, ella se giró para mirarle – No pretendía… no era mi intención asustarte…yo no haría nada que tu no quisieras ¿lo sabes verdad?

- Yo… - murmuró ella bajando la cabeza avergonzada, William se levantó y se acercó hasta ella – Sólo…solamente es que no me lo esperaba.

- ¿Me perdonas? – preguntó él hocicando el rostro de ella, quien asintió con una sonrisa.

Will posó sus labios sobre la frente de ella, con un leve suspiro, sintiendo sus pequeñas manos en su pecho, mientras él le sujetaba por los brazos. Despacio bajo su cabeza para besarla suavemente en los labios, separándose unos milímetros para mirarla directamente a los ojos, ella le sonrió y él le respondió de igual forma antes de tomar su mano y comenzar el paseo de regreso, acompañados de los dos perros que ya brincaban por el camino de tierra.


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(Algunos días después, Residencia Hambleton)


- ¿Vas a algún lado, Buff? – preguntó Liam entrando en la cocina cargando un saco de harina, al ver a su hermana bajar las escaleras sin su uniforme.

- Pensaba ir a ver a Willow – contestó ella retocándose el pelo.

- Pues acabo de ver al doctor Giles entrar en la casa de los Grafton – dijo él soltando el sacó en el descansillo y arrastrándolo hacia la despensa.

- ¿Al doctor Giles? ¿Es que hay alguien enfermo? – preguntó Buffy alisando su vestido de verano color celeste.

- No que yo sepa – dijo su hermano dejando el saco y saliendo de las despensa limpiándose las manos – de hecho tengo que subir a cambiarme, William ha quedado con Xander en el Ateneo dentro de un rato – explicó Liam dejando un beso rápido sobre la mejilla de Buffy y subiendo las escaleras de dos en dos.

- Vale… - murmuró ella a la nada, se encogió de hombros y cogió su sombrero antes de salir de la casa.

Buffy salió del jardín, abrió la verja delantera y cruzó la escasa distancia que la separaba de la casa de enfrente, pasó la verja de los Grafton y bajó por las escaleras hasta la puerta de los criados. Golpeó el llamador de la puerta y esperó. Al ver que nadie abría se preocupó, no sabía si volver a llamar o volver a casa. Estaba en ello cuando una llorosa señora Hewitt abrió la puerta y asomó la cabeza para mirar.

- ¿Annie? – preguntó el ama de llaves al ver a la rubia parada en el umbral

- ¿Se encuentra usted bien, señora Hewitt? – preguntó Buffy extrañada al observar el aspecto de la mujer.

- Ay hija mía, que desgracia, pasa querida – contestó ella abriendo la puerta, y obligando a la chica a que entrara en la casa.

- ¿Ha sucedido algo? – preguntó Buffy de nuevo ante los preocupantes lamentos de la mujer.

- Ay hija, no se si debería contártelo – dijo la mujer cerrando la puerta y retorciendo un pañuelo entre sus rechonchos dedos – Mejor sube conmigo – Buffy siguió a la mujer con una angustia creciente en la boca del estomago, subiendo las escaleras de servicio hacia las habitaciones de los criados.

En el pasillo Cordelia caminaba sin parar de un lado a otro.

- ¿Cordy? – preguntó la rubia cada vez más asustada, la chica morena se giró bruscamente. Al parecer no había oído a la señora Hewitt y a Buffy subir las escaleras.

- ¿Buffy? ¿Qué…? – dijo Cordelia confusa

- ¿Qué esta pasando, Cordelia? – exigió Buffy con preocupación

- Estamos… estamos esperando al doctor Giles – tartamudeó la morena evitando la mirada de la otra chica.

- Pero ¿por qué? ¿Quién está enfermo? ¿Qué es lo que pasa Cordy? – dijo Buffy acercándose a la morena y tomándola de los brazos para que la mirara a los ojos. En aquel momento, la puerta de la habitación se abrió y un alicaído doctor Giles salió, cerró la puerta quitándose las gafas y sacando un pañuelo de su chaqueta las limpió, acto seguido volvió a ponérselas y miró a las tres mujeres reunidas en el pasillo, que le observaban con ansiedad.

- ¿Doctor? – preguntó Cordelia temerosa

- Lo lamento – dijo el hombre llevando una mano a su frente con nerviosismo – me temo que sus sospechas eran ciertas, señorita Chase. La señorita Rosenberg está en estado.

- ¿Qué? – balbuceó Buffy con los ojos de par en par, tras unos segundos de completo silencio.

Mientras tanto la señora Hewitt había sacado de nuevo su pañuelo y sollozaba con nerviosismo, por su parte Cordelia había retomado sus paseos por el pasillo, soltando maldiciones a cada paso.

Buffy miró a ambas y luego al doctor Giles que seguía inmóvil en la puerta de la habitación.

Una paralizante sensación de saberse frente a un enorme abismo apunto de ser empujada hacia él, invadió repentinamente a la joven, dejando su cuerpo entumecido, mientras que su parte racional intentaba analizar la situación sin dejarse llevar por el terrible sentimiento de miedo que la oprimía el corazón. Pero lo más aterrador de todo aquello era que al parecer, lo que había dicho el doctor iba en serio, ¿cómo…? ¿cómo Willow podía…? Ella no podía estar encinta, solo tenía 17 años, era soltera y no se le había conocido ningún novio, y además era criada, si aquello era cierto podrían… pero, pero no, no podía ser cierto. Buffy no sabía mucho acerca de cómo se concebían los bebes, aunque si sabía que hacia falta estar sola con un hombre y darse algo más que unos besos, pero Willow…ella nunca había besado a ningún chico…ella, no, aquello no podía ser cierto. Era imposible. Otra chica, tal vez, pero no de Willow. Willow era…

- ¿De cuánto tiempo…? – oyó que preguntaba Cordelia tímidamente

- Yo diría que de unos dos meses y medio, quizás tres – respondió el doctor Giles con seriedad – los dolores de cabeza, el cansancio y demás síntomas de malestar han sido debidos a su estado.

- No puede ser – replicó Buffy inconscientemente – No, es…es imposible. Doctor, ha debido equivocarse…

- Señorita Summers, créame, también a mi me gustaría haber cometido un error – dijo el doctor con cansancio – pero el diagnostico es claro. Su amiga, la señorita Rosenberg está esperando un hijo.

- Oh, cielos – sollozó de nuevo la señora Hewitt – pobrecita, que horror. ¿Qué va a ser de ella?

- ¿Po…podemos verla? – preguntó Cordelia ignorando los comentarios del ama de llaves.

- La he dejado descansando, entren pero procuren no alterarla – explicó el doctor – Yo he de irme, no hay mucho más que pueda hacer.

- Si, por supuesto – balbuceó Cordelia – Gracias por venir.

- Dios mío, que fatalidad – repitió la señora Hewitt enjuagándose las lagrimas con el pañuelo – deje que le acompañe a la salida, doctor Giles.

Buffy y Cordy observaron como el ama de llaves y el medico caminaban por el pasillo y bajaban las escaleras, luego ambas volvieron la vista hacia la puerta de la habitación en que se encontraba Willow.

Cordelia levantó la mano para golpear la puerta, pero se quedó parada a medio camino, Buffy observaba la mano de ella como si fuera un objeto extraño. La morena inspiró con fuerza para insuflarse valor y golpear la madera, pero de nuevo su mano se quedó a medio camino, finalmente la bajó con aire resignado frotándola con fuerza contra la tela de su vestido.

- ¿Quién….quién es el…? – comenzó a preguntar Buffy con un hilo de voz y la mirada aun clavada en la madera oscura de la puerta.

- No lo sé – admitió Cordelia en un susurro

- Entonces… ¿cómo sabias que Willow…? – preguntó la rubia de nuevo, esta vez levantó la mirada por encima de su hombro para mirar a su amiga.

- Fue una especie de presentimiento – dijo la chica morena, bajando la cabeza apesadumbrada – Wills, lleva desde antes del verano comportándose de forma bastante extraña…sé que tú también te has dado cuenta – la rubia asintió sin decir nada – Yo… cuando hace un par de semanas empezó a encontrarse enferma no le di mucha importancia, pero hace dos días la encontré vomitando en la bacinilla, y… ¡Cielos! –exclamó la morena con la voz tomada por la emoción – Sólo dios sabe cuanto deseaba estar equivocada, pensé que había leído demasiadas novelas de mi madre, pero aún así llame al doctor Giles, quería que me dijera que era una locura, pero…

- Pero, tenías razón – murmuró Buffy mirando la puerta fijamente, segundos después la chica llamo tímidamente – Willow, somos nosotras ¿podemos pasar? – la chica esperó unos segundos hasta que una voz deshecha dijo “adelante”

Las dos chicas abrieron la puerta lentamente pero no llegaron más que a dar unos pasos al interior de la habitación. La vista encogió el estomago de Buffy y un escalofrío le recorrió la columna. Las cortinas de la única y pequeña ventana que daba al lateral del edificio estaban echadas, y sólo una tenue luz se colaba en la habitación. Sobre la mesilla al lado de la vieja cama de hierro que Cordelia y la pelirroja compartían había una jarra y una palangana, y en el suelo la bacinilla estaba de nuevo llena de vomito llenando la habitación con aquel horrible olor, sobre la cama, encogida y desecha bajo las sábanas, estaba Willow, su pelo estaba sucio y su cara demacrada, pero lo peor eran sus ojos. El rostro siempre alegre y vivaracho de la pelirroja parecía ahora muerto y sus ojos vacíos, no había ni una muestra de reconocimiento en ellos, su vista estaba pérdida en algún lugar entre las dos chicas y la ventana.

- ¿Willow? – preguntó Buffy temerosa, la pelirroja no respondió, no se movió en absoluto, ni si quiera parpadeó, la rubia asustada se giró para mirar a Cordelia, tan solo para encontrarse un rostro tan acongojado como el suyo propio, pero la morena siempre había sido la más determinada de las tres. Tomando aire avanzó con paso decidido hasta la ventana y descorrió las cortinas de golpe, provocando que de pronto una intensa luz inundara la habitación, sin embargo la pequeña forma encogida en la cama solo pestañeó levemente.

- ¿Willow? – dijo Cordelia con voz firme mientras se acercaba hasta la cama, se agachaba y cubriendo el recipiente del suelo, lo cogía para sacarlo de la habitación, vaciar su contenido y volver al instante – No vamos a dejar que te desmorones ¿de acuerdo? – dijo Cordy volviendo de nuevo hacia la cama y destapando las mantas que cubrían a la pelirroja, quien se estremeció brevemente – Eres fuerte, esto es solo una prueba, y la vas a superar, porque nosotras vamos a estar contigo – la morena se giró hacia Buffy quien intentó sonreír mientras se acercaba a la cama – Podemos resolver esto, Willow. Todo tiene solución.

- No esto – murmuró Willow por primera vez con voz rota.

- Por supuesto que sí – dijo la morena sin darse por vencida – Para empezar vamos a lavarte, porque sinceramente hueles fatal. Da gracias que los señores han ido a pasar la semana al campo - continuó hablando Cordelia mientras vertía agua de de la jarra en la palangana y mojaba un paño para lavar el rostro de la pelirroja, que se estremeció levemente, pero no dijo nada – Luego te daremos un baño…Willow, escúchame lo primero que debes hacer es decírselo al padre, él tiene que asumir su—

Cordelia detuvo su charla cuando Willow soltó un quejido doloroso encogiéndose más en la cama y dejando escapar un sollozo atormentado cubriéndose el rostro con ambas manos. Buffy y Cordelia intercambiaros nuevas miradas de preocupación, después la rubia llevó sus manos al rostro de Willow y con delicadeza le apartó las manos de la cara, mientras con la otra acariciaba tiernamente su frente.

- ¿Willow…quién es el padre? – preguntó Buffy en un susurro afligido, Willow se encogió de nuevo sobre si misma como si hubiera recibido un golpe en el estómago y otro nuevo sollozo se escapó de sus labios.

- Wills…cariño – comenzó a decir Cordelia sentándose en la cama junto a Buffy e inclinándose sobre el cuerpo encogido y lloroso – No podemos ayudarte si no nos dices nada…

- Él ya lo sabe – dijo Willow en un sollozo.

- ¿Lo del bebé? – preguntó Cordy en voz baja, la pelirroja se limitó a asentir sutilmente - ¿Y… has pensado en casarte con él? – la pregunta de la morena perturbó aún más a Willow que se ovilló llorando entre gemidos lastimeros.

- ¿Qué pasa Wills? – preguntó Buffy acariciando de nuevo la frente de la chica.

- Él… él no va a casarse conmigo – gimió la pelirroja – él no… no puede.

- ¿Por qué? – preguntó Cordelia desorientada.

- Porque él es… Xander – musitó Willow.

- ¿Xander? – preguntaron las dos amigas a la vez, alzando un poco sus voces, lo que provocó que Willow se encogiera más apretada en posición fetal.

- Tranquila Wills – dijo Cordelia al ver como la chica se protegía – Sólo…es…que nos ha…sorprendido ¿Cuándo ha pasado?

- Yo… - empezó a decir la pelirroja abrazada a la almohada e intentando contener nuevas lagrimas que pugnaban por salir – Hace menos de cuatro meses… él empezó a – Willow sorbió un sollozo antes de continuar – Fue muy galante conmigo…y él me dijo que me quería…yo nunca hubiera hecho…pero, él me lo dijo, dijo que me quería – en aquel punto la pelirroja comenzó a llorar de nuevo y se hizo difícil entender sus palabras – Me convenció, pero… ¡sólo paso dos veces! – gimoteó la chica alzando la voz – Yo no quería…me parecía que estaba mal. Se enfadó mucho cuando me negué a… me dijo cosas que… - la chica cogió aire con fuerza, apartando la mirada de sus desconcertadas amigas – La semana pasada averigüé lo de…lo del bebé…y me dijo que no le importaba…que…que era mi problema.

Con aquello, Buffy se levantó de la cama de un salto ante la mirada aturdida de Cordelia, que aun estaba intentado asimilar como todo aquello podía haber pasado delante de sus narices sin darse cuenta. Willow se enderezó un poco al ver como la rubia apretaba los puños contra la tela de su vestido.

- ¿Qué vas a…? – preguntó la pelirroja mirándola con ojos temerosos.

- Voy a decirle un par de cosas a ese desgraciado – contestó Buffy girándose hacia la puerta como un vendaval.

- No, Buffy, por favor no – suplicó Willow, pero Buffy ya había salido de la estancia y bajaba las escaleras, con una ira creciente que la cegaba, pasando por delante de la señora Hewitt sin verla, saliendo de la casa con paso decidido y encaminándose al Ateneo.

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Cuando Buffy entró al exclusivo club, sólo para hombres de clase alta, vio al mayordomo de la última vez intentar detenerla, pero la indignación y furia de la chica no se había aplacado con la caminata hasta el Ateneo, Al contrario, su pequeño cuerpo temblaba de pura ira que estaba deseando liberar. Buffy ignoró por completo al hombre que intentaba impedirla la entrada y con un empellón se abrió paso por el pasillo hasta las puertas de caoba que ocultaban la sala de juego.

Era una suerte que Liam hablara tanto sobre el Ateneo, en especial sobre la distribución del edificio, porque de esa manera Buffy supo perfectamente hacia donde dirigir sus pasos.

Sin ninguna clase de ceremonia, abrió una de las enormes puertas y se detuvo en la puerta escaneando la estancia. Si su enojo la hubiera dejado ver algo más aparte de lo que buscaba, se hubiera dado cuenta de que la sala, de paredes de madera oscura, con una licorería al fondo y varios billares, estaba repleta de hombres que la miraban con asombro y sorpresa, pero Buffy no estaba para aquello.

En el medio de la estancia, la chica encontró a su presa, de nuevo sus puños se apretaron involuntariamente a ambos lados de su cuerpo, después sin apartar la vista en ningún momento de un, al igual que el resto de presentes, desconcertado Xander de pie junto a una mesa de billar sosteniendo una copa de coñac, Buffy caminó con paso firme hacia él. La sala estaba por primera vez en años en completo silencio, decenas de ojos posados en la rubia menuda que caminaba con decisión, los tacones de sus botas resonando contra el parquet eran lo único que se oía.

Buffy se plantó firmemente delante de Xander, escrutándole con los labios fruncidos y rostro severo. Había miles de cosas, todas muy desagradables, que la chica quería decirle, al que hace solo media hora había sido uno de sus amigos de la infancia, pero de alguna manera todas las ideas se agolpaban en su mente a la vez, dejándole un único recurso como medio de expresión.

Por voluntad propia la mano derecha de Buffy cogió impulso y cruzó el rostro de Xander con una sonora bofetada, que vino acompañada de varios ¡Oooh! y un par de vasos caídos de las manos de algunos presentes.

Subsconcientemente, Buffy oyó a William exclamar su nombre y acercarse a ella, pero su mente estaba desconectada de sus oídos. Solo sus ojos, casi inyectados en sangre y su ahora afilada y rápida lengua, funcionaban con total autonomía.

- ¿Cómo has sido capaz de hacerle algo como eso? – gritó la rubia sin desviar la mirada del rostro de Xander donde una huella roja con la forma de su mano podía verse con total claridad - ¿Cómo puedes hacer algo semejante y estar aquí divirtiéndote? ¿No tienes vergüenza? No, desde luego que no. Ni si quiera tienes un mínimo de decencia, ni honor, nada, eres sólo una basura – chillaba a estas alturas Buffy con la cara enrojecida por la ira – ¡Es una desvergüenza que alguien como tú sea llamado caballero!

Buffy se revolvió, encontrándose de pronto, sujetada por William, Liam y Oz, sin saber de donde habían salido y cuanto tiempo llevaba ella revolviéndose con todas sus fuerzas, dificultando, a los tres jóvenes el poder sujetarla.

- Ella estuvo de acuerdo – dijo de pronto Xander acercándose a ella – Yo no la obligué a nada. Debió haber pensado en las posibles consecuencias ¿no crees? De modo que éste, no es mi problema.

Con aquello la sangre de Buffy hirvió con oprobio, dando su última explosión de furia, de alguna manera logró liberarse de los tres pares de fuertes brazos que luchaban con todas sus fuerzas por dominarla, y se acercó lo necesario para escupir al moreno en la cara.

De lo siguiente que la chica fue consciente, fue de encontrarse en la calle rodeada de William, Liam y Oz, dos de ellos acuciándola con reproches y preguntas a voz en grito. Buffy enfocó su vista y vio a William y Liam frente a ella, Oz se encontraba algo retirado y como de costumbre sin decir nada.

- ¿Es qué te has vuelto completamente loca? ¿A qué diablos ha venido semejante espectáculo? – gritó Liam tomándola de un brazo, Buffy se giró hacia su hermano para escuchar por primera vez en mucho rato algo que no fuera la sangre golpeteando furiosamente en sus sienes.

- ¿Buffy, luv, te das cuenta de las cosas que le has dicho a Xander delante de un montón de hombres importantes? – le preguntó William un poco menos airado, pero igual de agitado y enfadado.

- Nada que sea mentira – masculló Buffy entre dientes, provocando que ambos jóvenes se llevaran las manos a la cabeza, nerviosos. Liam comenzó a pasear por la acera de un lado a otro señalando a Buffy y hablando con William

- ¿Te das cuenta? Se ha vuelto loca, de remate, debo añadir – dijo el moreno alzando los brazos con impotencia – No solo ha montado un espectáculo de órdago en el club más selecto de Inglaterra, si no que además quiere llevar razón.

- ¡Por supuesto que la llevo! – gritó Buffy recuperando su ímpetu furioso – No hay nada que le haya dicho a ese gusano, que no se merezca.

- Pero Buffy ¿te estás oyendo? – preguntó William enfadado y confuso – Xander es uno de nuestros mejores amigos, ¿se puede saber qué demoni—

- Ha dejado a Willow embarazada y no va a hacerse cargo – dijo Buffy inspirando dolorosamente ante el recuerdo de su amiga, rota en la cama. Por un segundo, Buffy pensó en guardar el secreto, pero era inútil, tarde o temprano acabarían enterándose. Durante unos instantes nadie habló, Will y Liam la miraban demasiado sorprendidos para poder articular palabra, después Buffy oyó la voz del pelirrojo.

- ¿Qué? – preguntó Oz con voz trémula y la misma sorpresa en sus ojos que la de los otros dos jóvenes, Buffy se limitó a mirarle con ojos llorosos, tan solo empañados por los vestigios de su pasado arranque de ira.

- ¿A…a dónde vas? – logró articular Liam al ver a Oz subir la escalinata que daba a la puerta de entrada del Ateneo

- A terminar lo que Buffy ha empezado – contestó Oz secamente

- Espera – le detuvo William - ¿Qué piensas hacer? ¿Entrar ahí otra vez y machacarle?

- ¿Te parece mal? – contestó el pelirrojo áspero.

- No, por supuesto que no – dijo Will sacudiendo la cabeza – pero es una mala idea y lo sabes.

- Es mejor que nos tranquilicemos y volvamos a casa – dijo Liam acercándose

- ¿¡Qué nos tranquilicemos!? – exclamó Oz alzando la voz por primera vez – ¿Es que soy el único que ha oído a Buffy?

- Claro que no, Oz – dijo Liam sujetándole – pero ¿Qué es lo que queréis? ¿Qué acabemos en galeras? El padre de Xander es Vizconde, y nosotros unos simples criados, para más inri, tú trabajas para él.

- ¿Y si esperamos a que salga y le damos una paliza? – sugirió la chica detrás de ellos

- ¡¡Buffy!! – gritaron Will y Liam a la vez

- Hablaba en serio – añadió la rubia

- Bueno, ya esta bien – dijo Liam tomando a su hermana del brazo – nos vamos a casa. Todos. Así no vamos a ayudar a Willow, sólo lograremos empeorar las cosas.


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(Dos noches después)


Buffy encendió la vela de su mesilla y miró la hora, pasada la media noche, y alguien estaba golpeando la puerta de los criados. Renuente salió de la cama y metió los pies en las zapatillas, tomó el chal que estaba sobre la silla y con la vela salió al pasillo. Al bajar las escaleras, se encontró con su madre y Liam en la cocina, ambos en pijama, al parecer no había sido la única que había oído el repiqueteo en la puerta.

- ¿Qué es lo que pasa? – preguntó Buffy con voz adormilada

- Creo que hay alguien en la puerta – respondió su madre acercándose a la entrada

- Espera – le dijo Liam poniendo su brazo de por medio – Quedaos aquí – cogiendo lo primero pesado que encontró, el objeto afortunado fue una sartén. Liam se acercó a la puerta y levantando la sartén, la abrió de golpe.

- ¡Ah! – exclamó una voz femenina desde el otro lado del umbral.

- ¿Cordelia? – preguntó Liam confuso - ¿Qué diablos haces aquí a estas horas? Casi te abro la cabeza

- ¿Con una sartén? – contestó la morena alzando una ceja sarcasmo – Por favor…

- Vale lo que tu digas – contestó él bajando la sartén – de todas maneras no son horas de venir de visita.

- Gracias, si no llega a ser por ti nunca lo hubiera dicho – contestó ella con mordacidad – ¿Podemos pasar? – preguntó ella revelando a Willow detrás suyo.

- Pasad, por dios – dijo la Señora Summers acercándose a las dos chicas y tomando a la pelirroja del brazo hasta sentarla en una mecedora.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó Buffy, cuando todos estuvieron reunidos en la cocina. Willow no dijo nada, mirando al vacío como tan a menudo hacía desde que se había enterado de su embarazo, Cordelia parecía renuente a contestar, pero finalmente habló.

- Milady Grafton ha echado a Willow.



Continuará...


Chapter End Notes:
¿¿Sorpendidas??



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