Author's Chapter Notes:
Bueno, aquí dejo otro capitulo kilométrico, que espero que os guste. Gracias por comentar Mari ^_^

Disclaimer: Hay fragmentos de dialogos tomados integramente del capitulo Fool For Love, que obviamente no me pertenecen.
Capitulo 9: Preguntas y respuestas


Una noche, dos semanas después, Buffy estaba sentada en el columpio con aspecto abatido. Sobre su uniforme azul marino, llevaba puesto su abrigo y sobre sus piernas, encogidas en el asiento, una manta de pacthwork, que su madre había hecho el año pasado. Entre sus manos sostenía una taza de cacao intacta, a sus pies los dos pointers le hacían compañía.

La joven observaba el estanque, admirando cada pequeño detalle, sin embargo su mente no estaba en el jardín. Una y otra vez traía recuerdos, imágenes y sonidos que no quería ver, pero que volvían a su cabeza a cada instante. Cada visita de Cecily, cada sonrisa ladina y calculada que exhibía, cada mirada altanera que había dedicado a ella o su hermano, cada sonrisa estúpida de William, las miradas cómplices y las risas afectadas.

Buffy frunció el ceño, como la odiaba, tanto, que podía sentir el rencor deslizándose por sus venas. ¿Por qué Will no era capaz de ver lo que todos los demás veían? Buffy desvió su mirada hacia sus manos, al oír un ruido. Mientras pensaba en aquella mujer, sus manos involuntariamente habían asido la taza tan fuerte que había roto el asa, la rubia dio un hondo suspiro de desasosiego, mientras observaba la pieza de cerámica en la palma de su mano. Al instante los dos perros hocicaban bajo su brazo, preguntando con sus gestos cual era el pesar que le afligía. Buffy sonrió tristemente, separando su brazo del cuerpo, levantó su mano para acariciar las cabezas de los cánidos.

Dejando la taza en el suelo, se levantó y dobló la manta dejándola sobre el columpio, cogió su chal, poniéndoselo sobre el abrigo y suspiró mientras empezaba a caminar por el jardín. Los únicos sonidos que la acompañaban eran, el ruido de la grava cuando pisaba, y el continuado murmullo del agua cayendo por la pequeña cascada del estanque. Buffy observó sus propias bocanadas blancas de vaho, el estanque pronto se congelaría.

Tan ensimismada estaba, que no oyó las risas dentro de la casa que se encaminaban hacia el jardín, hasta que fue demasiado tarde. Buffy se giró sobresaltada al oír la puerta de la salita que daba al jardín, por suerte para ella, ni William, ni su acompañante podían verla desde allí pues los rosales la ocultaban. Nerviosa, giró en torno a ella, no podía ir a la puerta de la salita sin cruzarse con ellos, ni salir por el portón del jardín hacia la calle sin que la vieran, así que procurando no hacer ruido se dirigió al rincón izquierdo, donde estaba la puerta de la cocina que daba al jardín, el problema es que aquella puerta no se abría casi nunca, por lo que chirriaba de un modo horrible. Sin ninguna forma de salir de allí, sin ser vista ni oída, lo único que se le ocurrió fue sentarse agazapada en el escalón de la puerta de la cocina, con las piernas encogidas y sujetando a los perros, para que no se escaparan de su lado.

Jack gruñó poniéndose de pie, listo para atacar, de modo que Buffy lo abrazó contra si para intentar calmarle, al parecer tampoco a los perros les gustaba esa mujer.

La rubia, aprovechándose de escondite, levantó la mirada para observar a los recién llegados, William, con uno de sus trajes color beige bajo su abrigo marrón, le daba la espalda, Cecily estaba de cara a ella, así que pudo observarla detenidamente: ataviada con un vestido de noche color salmón y unas desorbitadas mangas abullonadas de color naranja, rematado con cintas y lazos, por encima del cual portaba una capa negra adornada con pieles de zorro.
Buffy no pudo reprimir sus deseos de tirar de las pieles del animal, alrededor de la garganta de la morena hasta ver su cara de color púrpura – bueno, al menos, en su imaginación.

Poco después, William empezó a hablar, aunque Buffy solo era capaz de entender algunas palabras sueltas, observaba con cuidado cada uno de los gestos y sonrisas que Cecily hacía. Will, por su parte, parecía tenso – Buffy siempre le llamaba Will en sus pensamientos, como un apelativo cariñoso del que nadie más podía disfrutar – los hombros rígidos y la cabeza gacha, hicieron que Buffy agudizara su vista y su oído, algo que tal vez hubiera preferido no hacer, pues lo siguiente que vio fue a Will tomar con exquisita delicadeza las manos de Cecily entre las suyas.

La cara de Buffy se contrajo en una mueca de dolor, mientras en su interior un dolor punzante se propagó en su pecho y su estomago. Aunque no quería verles, al parecer sus ojos se negaban a cerrarse o a apartarse de la pareja, así que pudo seguir observando como William se acercaba a la morena con la cabeza ladeada, mientras ella le sonreía y después, solo aquellas tres palabras.

El corazón de la joven agazapada entre las sombras del jardín, dejó de latir…un segundo, dos segundos, tres segundos…y en contra de los deseos de su dueña el latido volvió, furioso y alterado, palpitando en su pecho, obligándola a jadear en busca de aire. Temblorosa y desorientada, Buffy se levantó, se giró, abrió la puerta y entró en la casa. Igual que una autómata, subió las escaleras hasta el altillo, donde abrió la puerta de su cuarto, pasó como un fantasma entre los escasos muebles, sin detenerse a mirar el reflejo pálido y mortecino que le devolvía el espejo, se tumbó en la cama y esperó…
Esperó a las lágrimas que se negaban a acudir a sus ojos, o quizás a una muerte piadosa, rápida e indolora, sin embargo ninguna de las dos apareció. Ni tan si quiera el sueño reparador con el que podría haber fingido al despertar que todo había sido una pesadilla, al contrario. Pasó toda la noche vestida, tumbada boca arriba observando el techo, horas interminables hasta que los primeros rayos de sol entraron por su ventana, mientras su cabeza repetía una y otra vez la fatídica pregunta:

¿Quieres casarte conmigo?


---*---


(Cuatro noches después)

Buffy llevaba cuatro días sin apenas dormir o comer, trabajando y viviendo como siempre, pero sintiendo como si no fuera ella la que hacía todas esas cosas, como si alguien dirigiera su cuerpo en lugar de ella. Sin embargo, los suplicios no habían hecho más que comenzar. Lo más difícil iba a ser soportar esta noche, los Ashworth venían a cenar, una cena intima pero formal, por lo que tanto ella, como su madre y su hermano habían pasado todo el día limpiando, ordenando, abrillantando la plata y cocinando.

Hacía más de una hora que todo estaba casi a punto, así que su madre los había mandado arriba a cambiarse de uniforme. Liam reemplazó su habitual uniforme de chaqueta azul marina y pantalones negros, por el que en su día había sido en uniforme de mayordomo de su padre, la pulcra camisa blanca, la pajarita y el chaleco blanco, la ajustada levita negra y los pantalones grises. Buffy se puso el uniforme de “gala”, vestido negro con la parte superior de las mangas ligeramente abullonadas, zapatos negros en los que podía ver su reflejo, la cofia y el delantal con encajes de volantes. Una vez vestida, salió de su habitación y se dirigió hacia la de la señora, para ayudarla a bañarse y vestirse para la cena.

~*~

Milady Anne estaba sentada frente al tocador en ropa interior y envuelta en su bata de seda gris, mientras Buffy le cepillaba el canoso cabello rubio con delicadeza, una vez desenredado, la joven empezó a peinarlo en un elaborado moño bajo que sujetaba con orquillas.

- Estas un poco pálida últimamente, Buffy ¿te encuentras bien? – preguntó la señora mientras la observaba en el reflejo del espejo, la chica asintió con una leve sonrisa - ¿Te agobia la cena? – volvió a preguntar Milady, observando un leve gesto de angustia en el rostro de Buffy, y ante la falta de contestación, continuó – Tranquila, a mi tampoco me hace mucha ilusión ¿sabes? La señora Ashworth no me gusta mucho. Ya se que no esta bien hablar mal de la gente, pero contigo tengo confianza – le dijo con una sonrisa que fue correspondida por la chica – La conocí hace muchos años, cuando yo estaba recién casada y ella aun se llamaba Miranda Underwood, su padre era un buen hombre, pero no nadaba en la abundancia. Era un burgués de clase media, y ella siempre quiso aspirar a más, se casó con Lord Ashworth aunque prácticamente lo detestaba y es comidilla oficial que ha tenido más de un amante – de pronto Milady Anne se llevó la mano a la boca – Discúlpame Annie, aun eres muy joven para saber de estas cosas. – la señora continuó mientras Buffy la empolvaba – El problema es… que me preocupa que su hija pueda ser como ella, y mi querido William es adorable y muy bueno, pero también demasiado ingenuo, temo que ella le haga daño – Anne hizo una pausa mientras se miraba al espejo y Buffy terminaba de ultimar su peinado – Al fin y al cabo ¿qué clase de mujer sería capaz de pedir una semana para pensarse una propuesta de matrimonio de mi hijo?

La mujer se giró al oír un ruido, para ver a Buffy pidiendo disculpas y agachándose a recoger el cepillo de plata que se había caído de entre sus manos tras la última frase de la señora, quién sonrió disimuladamente. Buffy por su parte, salió prácticamente corriendo hacia el aparador para buscar el corsé y el cubre corsé.

Veinte minutos después, Milady Anne, ataviada con un discreto vestido azul y una toquilla blanca sobre sus hombros, se perfumaba, mientras Buffy le acercaba su bastón caoba, para después ayudarla a bajar las escaleras hasta el salón, y reunirse con William que ya estaba esperando a los Ashworth allí.


~*~


Durante las semanas pasadas, Buffy había descubierto lo difícil que era aparentar estar contenta cuando en realidad se sentía bastante desdichada, sin embargo, aquella noche descubrió que no era mucho más fácil fingir estar seria, cuando en realidad te morías por reír hasta no poder más.
Liam y ella debían ocuparse de servir la copiosa cena, desde el montacargas donde Joyce subía la comida de la cocina, hasta el salón donde estaban los invitados.

A las 7 en punto Buffy entró en el salón con una bandeja de canapés de camarones en conserva, detrás de Liam que iba sirviendo el Chardonnay. Desde el principio, ambos hermanos se dieron cuenta de que las dos mujeres Ashworth, eran tal para cual, igual de emperifolladas, cursis y afectadas, la pobre Buffy estuvo a punto de tropezar con la alfombra mientras miraba como Cecily cogía su copa con dos dedos y estiraba el resto con teatralidad, cuando Liam le sirvió el vino. Caminando de vuelta al elevador, Buffy no pudo contener la risa y se la contagió a Liam.

Al volver al salón, los dos hermanos evitaban mirarse mientras servían la ensalada de coles de Bruselas, aunque Liam tuvo un pequeño problemita, al ver a Lady Ashworth tomar una porción de col, pero fue capaz de disimular su jadeo risueño con un carraspeo, aunque al salir, ambos estaban muertos de risa, incluso antes de cerrar la puerta del salón.
Poco a poco, la cena se tornó cada vez más complicada para ellos, sobre todo teniendo en cuenta que su madre parecía haber hecho comida para un regimiento entero. A la ensalada le siguieron la crema de puerros, medallón de solomillo untado con foie-grass y recubierto de hojaldre, salmón ahumado con salsa tártara, Pudín de York y tarta de de queso con arándanos.

Para cuando terminaron de servir la cena, Buffy y Liam tenían un serio ataque de risa incontenible y bastantes agujetas provocadas por ella, dando gracias al cielo por poder bajar a la cocina mientras los invitados se retiraban a la salita a jugar al bridge.


~*~


Entre el constante traqueteo del carruaje por las calles adoquinadas, Cecily escuchaba la insustancial conversación de sus padres, hasta que ellos pusieron su atención sobre ella.

- Entonces ¿qué vas a hacer con Hambleton? ¿vas a aceptar? – preguntó su madre observándola
- No lo tengo claro, madre – contestó ella con un leve encogimiento de hombros
- Yo creo que es muy buen partido… ¿tu que opinas, Ernest? – preguntó Lady Ashworth volviéndose hacia su marido, quién pareció meditar durante un momento su respuesta.
- Bueno…el joven es obviamente un tonto inocentón, pero eso le suele gustar a algunas mujeres – dijo Lord Ashworth en tono despectivo – desde luego si te casas con él, podrás manejarlo a tu antojo.
- Lo sé…pero es tan…cursi y sensiblero – respondió Cecily acentuando las ultimas palabras con un gesto de disgusto.
- Los mejores matrimonios van más allá de eso, Cecily – explicó su padre severamente – el tal William no parece muy avispado, pero desciende de dos de las familias más antiguas, acaudaladas y nobles del país.
- ¿Tan buen partido es? – preguntó Cecily dudosa
- Su difunto padre era el Duque de Dorset, William es hijo único, así que heredará el titulo el año que viene, cuando cumpla los 21. Por otra parte, su madre desciende de la familia Talbot, los Condes de Shrewsbury, que aportaron al matrimonio una cuantiosa dote, además de tierras – explicó Lord Ashworth haciendo memoria.
- Si mal no recuerdo… – intervino Lady Ashworth – cuando los Condes de Shrewsbury murieron también dejaron una abundante herencia a Anne Hambleton, y eso que era su hija pequeña.
- Si, así fue – afirmó su marido – Aparte de los legados monetarios de su madre y su padre, Hambleton heredará también muchas tierras, las de Dorset, algunas en el condado de Shropshire, una residencia de veraneo en Brigton…
- También tienen una residencia en Francia – añadió Lady Ashworth
- ¿Realmente poseen tantas tierras? – preguntó Cecily desconfiada
- Si y no solo eso, también han sabido adaptarse muy bien a los nuevos tiempos – comentó su madre.
- Así es – continuó Lord Ashworth – Tienen varios negocios y compañías por todo el imperio, aquí, en Escocia, en Irlanda, también tienen varios socios norteamericanos y poseen algunos negocios muy beneficiosos en las Indias y en las colonias africanas.
- Pero…entonces ¿por qué viven tan modestamente? – preguntó Cecily – La casa tiene un ala completamente clausurada y les harían falta al menos media docena de criados más
- No lo sé, hija – admitió su madre – creo que tiene algo que ver con el estado de la Duquesa.


---*---


Unos días más tarde los Ashworth daban una fiesta en su casa, William esperaba sentado en uno de los sofás de la casa, componiendo una nueva poesía mientras esperaba que Cecily apareciera. Ella aun no le había dado una respuesta a su propuesta de matrimonio y William comenzaba a impacientarse. Intentaba resolver una rima que se le resistía, cuando vio bajar a Cecily acompañada de un hombre joven y bien parecido que coqueteaba con ella descaradamente, William frunció el ceño contrariado y cerrando su libreta de cuero, se levantó para acercarse a la joven morena.

- ¡Ah William! – dijo Lord Coleman cuando el joven pasó por su lado para aproximarse a Cecily – Danos tu opinión sobre la ola de desapariciones que asola nuestra ciudad, ¿animales o ladrones?
- Prefiero no pensar en un asunto tan siniestro, que lo haga la policía – respondió el aludido, observando a la joven Ashworth en frente suya – Yo prefiero concentrar mis energías en crear cosas hermosas – explicó haciendo un gesto con su libreta
- Vaya, bueno – dijo Lord Coleman arrebatándosela – no te excuses, William
- Ayúdanos a resolver este horrible asunto – intervino la señorita Linwood
- Cuidado – dijo William intentando recuperar su poesía y recibiendo una mirada altiva de Lord Coleman – la tinta esta húmeda – se excusó el joven – por favor, no está terminado
- No seas tímido – le contestó Lord Coleman procediendo a leer los versos:



- ¿Efulgente? – preguntó Coleman provocando una carcajada general. William le arrebató la hoja avergonzado, para buscar a Cecily, que de pronto había desaparecido, pero no sin tener que escuchar las palabras crueles que los demás le dedicaban
- Y esa es una de sus mejores composiciones – dijo el barón Arlington estimulando nuevas risas
- ¿Os habéis enterado? – preguntó la señorita Linwood – Le llaman William el Sanguinario porque su poesía es sanguinariamente mala
- No me extraña – añadió Lord Coleman – prefiero que me claven un clavo de las vías del tren en la cabeza antes que escuchar su poemas…

~*~

William logró encontrar a Cecily en un lugar apartado del salón, hablando con aquel hombre de antes, los miró confusos y al final se decidió a acercarse.
- ¿Cecily? – preguntó y los dos jóvenes se volvieron hacia él. El desconocido le miró y luego se volvió de nuevo hacia Cecily con una sonrisa sardónica, la joven evitó su mirada y se acercó a William llevándoselo a una zona más apartada.
- Ellos son vulgares – se excusó William ante la joven, mientras se sentaban en un canapé – no son como tu y yo
- ¿Cómo tu y yo? – se sobresaltó Cecily – William…quiero preguntarte…tu poesía… ¿no habla de mi, verdad?
- Habla de cómo me siento – dijo el temeroso
- Pero… ¿se refiere a mí? – preguntó ella de nuevo
- Cada silaba – dijo William tomando aire para inspirarse valor
- Oh dios… - dijo ella moviéndose incomoda
- Cecily…yo… - empezó William nervioso – lo sé… es espontánea y si no es buena, piensa que son solo palabras, pero con sentimiento – respiró de nuevo antes de continuar – te quiero Cecily, y… dijiste que te pensarías…que meditarías mi propuesta, yo…creo que podríamos ser muy felices juntos – Cecily se removió de nuevo inquieta en el sofá – soy…soy un mal poeta…pero soy un buen hombre – dijo el acercándose – si pudieras esforzarte en verme…
- Te veo, William – contestó ella girándose de nuevo hacia él – eso es lo malo – el aludido la miró confundido – no significas nada para mi. Pensé que podría pasar por alto todos tus defectos. Lo patético y aburrido que me resultas, y casarme contigo porque eres uno de los solteros más ricos y de mejor posición del país – William la miraba desconcertado, incapaz de creer lo que ella decía. Cecily se levantó del sofá y le miró altivamente – Eres inferior a mi.


William salió de la casa intentando aflojar su corbata al sentir como le faltaba el aire, cogiendo su libreta, comenzó a arrancar páginas de ella y romperlas en pedazos, mientras sus lágrimas nublaban su vista, haciéndole caminar sin rumbo por las peligrosas calles de Londres.



Continuará...





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